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La Leyenda del Arbitraje: Joaquín Ramos Marcos

2025-01-20

Autor: María

Joaquín Ramos Marcos ha dejado este mundo a la edad de 78 años, un adiós que nos invita a reflexionar sobre su impactante legado en el mundo del arbitraje, incluso después de 30 años de su retiro como árbitro. Su voz seguía resonando en los medios como analista y divulgador del Reglamento del fútbol, participando en programas de gran audiencia como 'El Día Después' y 'El Chiringuito', donde sus opiniones provocaban tanto admiración como controversia.

Ramos Marcos fue un árbitro de instinto; su capacidad para tomar decisiones rápidas y acertadas lo convirtió en una figura respetada y, a menudo, temida en el terreno de juego. Muchos de sus contemporáneos lo admiraban no solo por su conocimiento del juego, sino también por su carisma y presencia, características que hoy podrían parecerse a las de un sargento de la Guardia Civil. Sin las ayudas tecnológicas actuales, como el VAR, los árbitros de su época confiaban en su instinto para gestionar situaciones críticas, sabiendo que el peso de la decisión recaía totalmente sobre ellos.

Un aspecto notable de su carrera es cómo el arbitraje en sus tiempos se trataba más como una pasión que como una profesión lucrativa. Ramos y sus colegas cobraban modestos honorarios y debían mantener trabajos paralelos, adaptando su vida cotidiana a las exigencias del arbitraje. En su caso, trabajaba como vendedor de seguros, lo que le permitió conocer diversas localidades y hacer contactos, algo muy útil en su rol como árbitro.

En cuanto a los asistentes, aquellos árbitros de categorías inferiores también jugaban un papel crucial en su formación y desarrollo. Ramos elegía a los más prometedores de su federación regional para que le acompañaran en los partidos de Primera, ayudando a cultivarlos como árbitros en el camino. La falta de comunicación moderna significaba que dependían de gestos y miradas para coordinarse durante el juego, una conexión que se forjaba en base a la cercanía y comprensión mutua.

Recordar a Joaquín Ramos Marcos es un ejercicio de nostalgia por el arbitraje de su época. Su carrera estuvo marcada por una autoridad innata y un profundo respeto por el juego, incluso cuando las críticas no faltaban. Su participación en choques entre gigantes del fútbol español como el Real Madrid y el FC Barcelona consolidó su reputación como uno de los mejores en la historia.

Sus últimos años fueron más privados, tras sufrir un ictus que ralentizó sus reflexiones. A pesar de ello, seguía siendo una figura admirada por muchos. Su vida nos deja la pregunta sobre cómo percibiría el arbitraje contemporáneo, un entorno dominado por el VAR y por exigencias físicas que se intuyen abrumadoras. Un arbitraje que a veces parece más administrativo que intuitivo, donde la esencia del juego puede perderse entre un mar de regulaciones y decisiones técnicas.

La partida de Joaquín Ramos Marcos es, sin duda, una pérdida significativa para el fútbol español. Su legado perdura en el recuerdo de aquellos que creyeron en el poder del arbitraje intuitivo y la importancia de la autoridad en el campo. Su figura se convierte en símbolo de una época de respeto y devoción por el deporte, que todos añoramos en cierta medida.