Ciencia

La isla fantasma que descubrió Colón y fue sepultada por un volcán

2025-03-28

Autor: Carlos

En 1492, tras conseguir la aprobación de los Reyes Católicos y financiación, Cristóbal Colón partió en busca de una nueva ruta comercial hacia Asia a través del Atlántico. Este empeño surgió como respuesta a la caída de Constantinopla en 1453, que interrumpió las rutas terrestres hacia Oriente, y a los peligros de la vía marítima alrededor de África, considerada demasiado riesgo.

Colón, sin saber que había descubierto un nuevo continente, encontró esperanza cuando el 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana, el vigía de la Pinta, avistó la isla Guanahaní en las Bahamas, donde tuvo su primer contacto con los indígenas taínos. Creyendo que había llegado a islas cerca de la India, llamó a los nativos «indios» y denominó la isla San Salvador.

Durante su segundo viaje, que comenzó el 25 de septiembre de 1493, Colón se dedicó a evangelizar a los indígenas, y tuvo la oportunidad de descubrir y nombrar varias islas del Caribe, incluyendo Dominica, Puerto Rico y Montserrat. Esta última fue llamada así en honor a la virgen de Montserrat en Cataluña.

Montserrat, un pequeño territorio caribeño de apenas cien kilómetros cuadrados, cuenta con un volcán, Soufrière Hills, que permaneció inactivo durante siglos. Sin embargo, a partir de los años 90, su historia cambió de forma drástica. En 1989, el huracán Hugo devastó un 90% de la infraestructura de la isla. Pero el verdadero desastre llegó en 1995, cuando una intensa actividad volcánica realmente comenzó a transformar a Montserrat en una isla fantasma. El 18 de agosto, una erupción violenta obligó a evacuar a la población de su capital, Plymouth, que quedó cubierta de ceniza.

A medida que las erupciones continuaron, culminando en una explosión en junio de 1997 que dejó 19 muertos, la vida en Montserrat cambió para siempre. La emergencia provocó que un 70% del territorio quedara restringido y que su población se redujera de 10,000 a apenas 1,000 habitantes. Las escenas posdesastre revelaron un paisaje cubierto de lava y ceniza, donde tiendas, edificios gubernamentales y casas quedaron sepultadas.

Hoy en día, la isla aún se recupera, y se están construyendo nuevos planes de infraestructura al norte, lejos de la amenaza del volcán. Sin embargo, el eco de aquellas erupciones y la transformación de la comuna en una sombra de lo que fue siguen presentes en el espacio y la memoria colectiva. Montserrat es un recordatorio de cómo la naturaleza puede reconfigurar la historia de una isla, llevándola de ser un paraíso tropical a una tierra de enigma y desolación.