Joan Laporta llegó a la presidencia del FC Barcelona en 2021 prometiendo a los aficionados: “Vuelvo a veros” y “con Messi lo soluciono con una barbacoa”. La confianza del socio fue crucial, dado que Laporta había perdido las elecciones en 2015 ante el equipo de Bartomeu, pero logró volver al poder ante Víctor Font y Toni Freixa. Sin embargo, al asumir, se encontró con una situación crítica: la gestión de la junta anterior había dejado al club en una crisis económica devastadora agravada por la pandemia, que amenazaba incluso a la totalidad del fútbol español.

En este contexto de emergencia, LaLiga necesitaba urgentemente una inyección de capital, y su presidente, Javier Tebas, encontró una solución mediante un fondo de inversión, CVC, que estaba dispuesto a inyectar inicialmente 1.994 millones de euros, cifra que luego se ajustó a 2.700 millones en fuentes posteriores. A cambio, se negociarían los derechos televisivos por un plazo de 25 años, aunque algunos sugieren que el acuerdo podría extenderse aún más. A pesar de su conflicto con Florentino Pérez, Tebas necesitaba a Laporta y al Barcelona, llevando a cabo una reunión clave el 3 de julio en Lleida para discutir la implicación del Barça en el acuerdo con CVC y preparar el terreno para la renovación de Messi, algo a lo que Laporta había prometido a Jorge Messi, padre del jugador.

Sin embargo, el esperado acuerdo se complicó el 2 de agosto, cuando la información sobre los detalles del contrato fue compartida internamente entre los clubes. Aparentemente, tanto el Barça como el Real Madrid quedaron al margen de las negociaciones. La tensión creció rápidamente, y Laporta se dio cuenta de que su plan para asegurar la renovación de Messi no era infalible. Florentino Pérez, al enterarse del pacto, se mostró furioso y rápidamente tomó acciones para oponerse, contactando a Javier de Jaime, el máximo responsable de CVC en España.

Pérez intentó desmantelar el acuerdo, advirtiendo que la financiación de CVC no sería suficiente ni adecuada para los clubes. Mientras tanto, Messi se encontraba de vacaciones en Ibiza, a punto de firmar su renovación. El 5 de agosto, se había programado una cita para que Messi firmara el contrato en Barcelona, donde todo estaba preparado para una gran anunciación mediática de su continuidad.

Sin embargo, en Madrid, el director general del Real Madrid, José Ángel Sánchez, se enteró de que Laporta había mantenido en secreto sus negociaciones con CVC. Por su parte, Ferran Reverter, director general del Barcelona, se enfrentó a dos opciones: informar a Laporta o hacerlo con José Elías, quien había respaldado financieramente a Laporta en su campaña electoral. Decidió contactarlo, lo que resultó en una crisis de confianza interna que llevaría a la eventual renuncia de Reverter a principios de 2022.

Mientras tanto, Laporta se encontraba entre la espada y la pared. Con Jorge Messi ya volando hacia Barcelona, necesitaba gestionar la situación con rapidez y tacto, y aunque intentó culpar a la situación económica del club por la falta de renovación, la verdad era que el impacto de la intervención de Pérez había cambiado el juego. Messi, que había estado dispuesto a quedarse, se vio obligado a aceptar la realidad: su legado en el Barcelona, una era dorada, llegaba a su fin.