
La Gran Lección de Silicon Valley: ¿Cómo la Apuesta por Trump se Volvió en su Contra?
2025-04-06
Autor: Ana
En una jugada que muchos consideraron brillantemente fría, las gigantes tecnológicas y los fondos de capital riesgo de Silicon Valley decidieron alzar la mano para respaldar a Donald Trump durante su campaña electoral. La idea era que este presidente, carente de experiencia política y con un desprecio por la complejidad de la innovación, sería fácil de manipular. Prometían contratos y victorias rápidas, mientras se desataban en un auge de proyectos tecnocapitalistas sin límites ni supervisiones.
Sin embargo, como señala un artículo impactante de 404Media, titulado 'Big Tech Backed Trump For Acceleration. They Got a Decel President Instead', esta estrategia resultó ser un enorme fracaso. A medida que avanzan los días, la mala gestión del gobierno Trump se ha vuelto cada vez más clara, lo que incluye el desastroso manejo de las guerras comerciales. Lejos de fomentar el crecimiento, estas políticas amenazan la supervivencia de sectores vitales como el de los semiconductores, poniendo en riesgo la cadena de suministros y estancando inversiones críticas en innovación.
La convicción ilusoria de muchos líderes de Silicon Valley era que podrían 'capturar' a Trump y dirigir la agenda a su favor sin gran oposición. Peter Thiel, un influyente inversor y defensor de la inversión disruptiva, promovía la idea de generar oportunidades en todos los frentes. No obstante, la llegada a la Casa Blanca de un individuo tan poco preparado ha derivado en tensiones internacionales y en una notable pérdida de credibilidad. Lo que inicialmente consideraron una operación estratégica ha resultado en la desaceleración que tanto deseaban evitar.
Las repercusiones no se limitan al ámbito tecnológico. El retroceso en las libertades civiles y el asedio a la comunidad científica amenazan la base sobre la que Estados Unidos ha cimentado su dominio global en décadas recientes. Investigadores de instituciones prestigiosas como la NASA, Yale y Stanford están considerando mudarse a universidades europeas, amenazando así a los polos de innovación que han hecho de Estados Unidos un líder mundial.
Además, la polarización política promovida por Trump ha permeado el activismo universitario, creando un ambiente de confrontación y persecución ideológica que va en contra de la cultura abierta y creativa que caracterizaba las instituciones educativas. La reputación y el rol de liderazgo de EE. UU. están en juego, mientras un presidente sin dominio temático continúa en su afán por satisfacer su ego a expensas de estrategias políticas cohesivas. Su enfoque proteccionista sólo busca aislar al país, debilitando su capacidad de influencia geopolítica.
Así, nos encontramos ante una economía que podría entrar en recesión, un panorama de inestabilidad que ahuyenta nuevas inversiones, y un preocupante retroceso en la libertad científica que lleva a muchos a ver en Trump a un dictador en ascenso. Para las grandes tecnológicas y los fondos de capital riesgo que apostaron por él, ya sea por ingenuidad o por un oportunismo mal dirigido, los efectos son devastadores: un problema de imagen y un fracaso en la viabilidad a largo plazo de sus planes.
Apostar por una visión cortoplacista y destructiva no solo impide la 'aceleración' económica, sino que produce el efecto contrario. En tan solo 75 días, el impacto negativo de Trump ha sido más grave que el del COVID-19. Este daño no solo afecta a las cuentas de gigantes como Tesla y Apple, sino que jeopardiza la misma posición de Estados Unidos como un referente tecnológico y científico. Esa reputación y liderazgo, forjados durante décadas, están siendo seriamente amenazados por una combinación de arrogancia e ignorancia política.
El egregio error de Silicon Valley radica en subestimar el impacto de un presidente débil y poco competente, pensando que podría ser 'manejable'. No anticiparon la irracionalidad que podría derivar en una agenda perjudicial, que compromete su activo más valioso: la credibilidad en la innovación y la investigación. En un mundo cada vez más global y competitivo, esta clase de políticas no solo son autolesionistas, sino que representan una invitación a perder el tren de la historia y a ceder el liderazgo mundial. ¡El futuro de la innovación global pende de un hilo!