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La devastadora riada de Valencia de 1957: Memorias de una tragedia olvidada y el costo de criticar a Franco

2024-11-10

Autor: Ana

La catástrofe de 1957 en Valencia es considerada como una de las peores inundaciones en la historia de la provincia, un acontecimiento que muchas personas aún recuerdan. El 14 y 15 de octubre, el río Turia se desbordó de manera catastrófica, causando la muerte oficial de 81 personas, aunque se estima que el número real de víctimas pudo ser mucho mayor, quizás alcanzando los 300, aunque estas cifras nunca fueron confirmadas oficialmente.

En este contexto post-guerra civil, las orillas del Turia estaban llenas de infraviviendas, habitadas por muchos represaliados del régimen, especialmente procedentes de Castilla, cuyas precariedades les colocaron en la primera línea de la tragedia. Estas comunidades movilizaron menos recursos para afrontar la inundación y complicaron la labor de rescate, ya que muchas de las víctimas no estaban registradas oficialmente y su paradero se perdió en el caos. Aunque muchos se dieron por desaparecidos, el proceso de identificación de cadáveres fue desgarrador, reflejando la desoladora realidad de la época: las familias eran llevadas a los juzgados para identificar a sus seres queridos a través de fotografías expuestas al público.

El clima también desempeñó un papel crucial en esta tragedia; el meteorólogo Víctor Alcober indicó que la cantidad de agua caída durante esos días equivalía a la que normalmente se registra en tres años en Valencia. Las malas condiciones meteorológicas, unidas a la inadecuada infraestructura de la época, contribuyeron a la magnitud del desastre. En las carreteras, el tráfico era significativamente menor, algo que, irónicamente, quizás evitó más muertes en comparación con la actualidad, ya que en un recodo de la actual A-3, un coche fue arrastrado por la corriente, dejando dos de sus pasajeros desaparecidos y toda una familia rota por la tragedia.

Diez días después del desastre, el dictador Francisco Franco visitó la ciudad para evaluar la situación. Sin embargo, la crítica por la falta de preparación para enfrentar estos desastres no se hizo esperar. Las palabras de Franco en esa visita, en donde afirmó que para Navidad 'no debe de haber barro', resaltaron su desconexión con la realidad que vivía la población afectada.

La riada de Valencia dejó una marca indeleble en la memoria colectiva, no solo por las pérdidas humanas, sino también por el cuestionamiento sobre la gestión de los desastres naturales en tiempos de dictadura. Hoy, especialistas y historiadores continúan investigando este evento, recordando la importancia de aprender de la historia para prevenir futuras tragedias y, sobre todo, para rendir homenaje a aquellos que perdieron la vida aquella fateful semana de octubre.