Las tensiones entre la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y el grupo islamista Hamás han alcanzado un nuevo pico, especialmente en medio de la alarmante situación humanitaria en Gaza que muchos atribuyen a dichos enfrentamientos. La ANP ha culpado a Hamás por la "catastrófica" condición en la que se encuentran miles de palestinos en la Franja, y estas declaraciones surgen en un contexto de creciente violencia en otras áreas como Yenín.

En Yenín, una ciudad del norte de Cisjordania ocupada, se han registrado combates armados entre las fuerzas de la ANP y milicianos palestinos, resultando en la muerte de al menos 15 personas, incluidos varios menores y una periodista de 21 años. Este despliegue de violencia ha exacerbado la crisis humanitaria, ya que se afirma que las fuerzas de la ANP han impuesto un cerco en el campo de refugiados de Yenín, donde residen más de 11,000 personas, dejando algunas áreas sin acceso a agua y electricidad. Además, se reporta que la ANP impide la entrada de alimentos, suministros médicos y la cobertura periodística de estos eventos, lo que ha llevado a una mayor desesperación entre los residentes.

En un giro aún más preocupante, la ANP ha detenido a 247 personas durante su ofensiva contra el campamento de refugiados de Yenín, considerado un bastión de milicias cercanas a Hamás. Esta situación ha sido castigada por numerosas organizaciones de derechos humanos, que argumentan que la represión de la ANP solo sirve para intensificar la violencia y el sufrimiento en la región.

Por si fuera poco, el Ejército israelí, que ha asediado el campo en múltiples ocasiones, está supuestamente planeando una nueva operación en la zona, según informes de diversos medios israelíes. Todo esto plantea la inquietante pregunta: ¿quién realmente está luchando por el bienestar del pueblo palestino en medio de este caos? Las tensiones políticas, la represión y la falta de recursos apuntan a un paisaje sombrío para los palestinos mientras la crisis se intensifica.

Fuentes locales han advertido que la situación podría empeorar si no se logra un alto al fuego entre las facciones rivales y un acuerdo que garantice la ayuda humanitaria necesaria. La comunidad internacional observa con preocupación mientras los civiles sufren las consecuencias de este conflicto prolongado, una historia que parece no tener fin.