El 19 de diciembre de 2023, los Centros Africanos para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC África) sorprendieron al mundo al emitir un veredicto sobre una misteriosa enfermedad que ha estado azotando a la República Democrática del Congo (RDC). Esta situación ha generado inquietud a nivel global debido a sus similitudes con formas complejas de malaria.

Una semana después, el 27 de diciembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) corroboró la hipótesis de los CDC, explicando que la enfermedad es el resultado de una combinación de infecciones respiratorias virales comunes y malaria falciparum, además de ser severamente agravada por la desnutrición aguda. Este fenómeno ha llevado a un alarmante incremento en los casos de infecciones graves y de muertes, afectando principalmente a niños menores de cinco años, quienes representan el 47% de todos los casos reportados y el 54% de las muertes, a pesar de constituir solo el 18% de la población.

El brote fue oficializado el 5 de diciembre, cuando el Ministerio de Salud de la RDC anunció la existencia de esta enfermedad parecida a la gripe, que ya había cobrado decenas de vidas en el distrito sanitario de Panzi, ubicado en una zona remota de la provincia de Kwango, cerca de la frontera con Angola. Esta región ha visto complicadas las labores de acceso, especialmente durante la temporada de lluvias.

Para agravar la situación, se han registrado casos en Italia, donde tres individuos, que regresaban del Congo, presentaron síntomas alarmantes como fiebre y tos. Esto ha alimentado el temor de que la enfermedad pudiera cruzar fronteras y afectar a más poblaciones.

Hasta el 16 de diciembre, se habían reportado un total de 891 casos y 48 muertes. De los 430 casos analizados en laboratorio, se detectaron diversos patógenos que incluyen malaria y virus respiratorios comunes. La OMS ha enviado equipos a la región afectada para entender mejor el alcance y las causas de este brote, que resalta la vulnerabilidad de las poblaciones expuestas a infecciones en situaciones de desnutrición y seguridad alimentaria comprometida.

Los desafíos no solo se limitan a la salud pública; también apuntan a la necesidad urgente de mejorar el acceso a atención sanitaria adecuada y combatir las raíces de la vulnerabilidad social y económica, especialmente en contextos donde la inseguridad alimentaria es acuciante. La epidemia muestra cómo las enfermedades infecciosas comunes pueden magnificar su impacto en situaciones de fragilidad, poniendo en riesgo a las comunidades más débiles.

La OMS concluye que el riesgo para la salud pública a nivel mundial es bajo, sin embargo, la situación en el Congo demanda una atención inmediata y una respuesta coordinada para prevenir futuros brotes.