Mestalla, el emblemático estadio del Valencia, se ha convertido en un escenario de incertidumbre. Cada vez que se abren sus puertas, miles de aficionados acuden con la esperanza de disfrutar del fútbol, pero la situación del equipo es distante de un festín. Con casi 47.000 espectadores durante el reciente partido contra el Barcelona y 44.000 ante el Villarreal, la afición sigue mostrando su lealtad a pesar de que la temporada actual se ha convertido en un auténtico calvario.

El Valencia se encuentra en la última posición de LaLiga, tras acumular solo un punto de 15 posibles. Este inicio es el peor en más de dos décadas, similar al desastrozo arranque de 1999-2000, donde el equipo solo logró un empate tras cuatro derrotas. Sin embargo, a diferencia de aquella temporada, en la que el Valencia terminó en una revitalizante tercera posición y alcanzó la final de la Champions, las cosas en la actualidad parecen sombrías y el pesimismo predomina en la ciudad.

Los últimos 12 partidos del Valencia han sido desalentadores: nueve derrotas y tres empates, lo que se traduce en solo tres puntos de 36 posibles. La sombra del descenso se cierne nuevamente sobre un club que ya coqueteó con la segunda división hace dos temporadas.

Rúben Baraja, un ícono del club, ha intentado construir algo desde las bases, ha promocionado a varios jóvenes talentos del equipo. Sin embargo, los difíciles enfrentamientos contra equipos de primera línea como el Barcelona, Atlético de Madrid y Villarreal han dejado a la plantilla al borde de la descomposición. La visita del Girona podría ser un punto de inflexión para el Valencia en esta crítica etapa.

Baraja ha admitido la difícil realidad tras perder 3-0 contra el Atlético: “Esta no es nuestra Liga, hay que asumirlo”. Sus palabras reflejan la angustia que siente: “Nos va a costar darle la vuelta a esta situación. No nos podemos rendir ni dejar ir”. La falta de victorias desde abril y las bajas de jugadores clave como José Luis Gayà y Hugo Duro, quienes han sido fundamentales en el ataque, dificultan aún más la situación.

Además, la gestión de Peter Lim ha deteriorado al club tras unas ventas descomunales. Con más de 200 millones de euros recaudados desde 2020, solo se han reinvertido 30. La última temporada fue aterradora, con inversiones de apenas 1,35 millones de euros, y hasta seis equipos de Segunda División han gastado más que el Valencia. Esto revela un preocupante abandono por parte de la administración que ha dejado un vacío en la plantilla.

A pesar de estos obstáculos, el club este verano solo ha podido incorporar a Luis Rioja, mientras se ha visto obligado a solicitar un préstamo de 120 millones de euros para refinanciar su deuda. El proceso de rehabilitación del estadio, que ha paralizado el desarrollo del club por más de 15 años, se vuelve imperativo para el futuro.

El próximo sábado, no obstante, más de 40.000 valencianistas acudirán a Mestalla con la esperanza de ganar al Girona y marcar el primer paso hacia la salvación. Un triunfo podría ser el bálsamo que necesita la afición. El calendario se suaviza después, dando potencialmente nuevas oportunidades, aunque el futuro del Valencia sigue siendo incierto.