La presentación de la candidatura de Oriol Junqueras en Olesa ha marcado un punto de inflexión en el panorama político de ERC. En un acto donde fue proclamada Elisenda Alamany como secretaria general de la formación, Junqueras dejó claro que no cederá ante las presiones de otros candidatos que abogan por una renovación en los liderazgos. Ante un público entusiasta que vitoreaba su nombre, Junqueras no solo se posicionó como el candidato más fuerte, sino que lanzó un feroz ataque a Marta Rovira, actual secretaria general, sin nombrarla directamente. La acusó de haber creado una 'cúpula paralela' fuera de los órganos de dirección y de traicionar los principios fundacionales del partido.

El tono de Junqueras fue sorprendentemente duro, reflejando una estrategia clara para desvincularse de los fracasos electorales recientes de ERC. Este choque de aspiraciones políticas ha generado un ambiente de confrontación, con varias candidaturas intentando posicionarse en este juego de poder. Junqueras se enfrenta a tres opositores, siendo la candidatura rovirista la más significativa, respaldada implícitamente por Rovira, quien busca una renovación dentro del partido. Sin embargo, su líder, Xavier Godàs, carece de reconocimiento público, lo que pone en entredicho sus posibilidades.

Además, el exdiputado Alfred Bosch y el colectivo Primer d'Octubre han anunciado su participación en el congreso, pero su capacidad para reunir los apoyos necesarios es incierta. Ambos grupos piden no solo nuevos liderazgos, sino también un cambio estratégico en la relación con el PSC y el PSOE, algo que ni Junqueras ni Godàs cuestionan abiertamente.

Lo más alarmante es que la posibilidad de una coalición entre candidaturas para evitar un congreso tenso parece cada vez más lejana. La facción de Rovira exige que Junqueras no ocupe roles ejecutivos en una nueva dirección, y él, fortalecido por el apoyo que recibió en Olesa, está decidido a no dar un paso atrás. Esta situación ha llevado a un enfrentamiento personal entre los candidatos, donde Junqueras acusa a sus oponentes de hacer la contienda más personal de lo que debería.

En una entrevista reciente, Godàs descartó cualquier posibilidad de acuerdo con Junqueras, mientras su compañera, Alba Camps, abogó por un ERC más democrático y participativo, buscando contrastar su propuesta con la visión que Junqueras representa, acusada de ser excesivamente personalista.

Se concluye que la imagen de unidad y fortaleza que ERC había tratado de proyectar ha sido gravemente dañada por una serie de elecciones desfavorables y escándalos internos. La controversia provocada por los carteles denigratorios contra los hermanos Maragall, originados dentro del propio partido, ha evidenciado una estructura interna secreta destinada a ejecutar acciones controvertidas. Ahora, la responsabilidad de estos actos es tema de disputa entre Junqueras y los asesores de Rovira, desnudando una profunda división interna que podría comprometer la estabilidad futura de Esquerra.