El geólogo Juan Manuel García Ruiz ha llevado a cabo un impresionante experimento en su laboratorio, situado a apenas 1.500 metros de la icónica playa de La Concha en San Sebastián. A través de un dispositivo transparente de tres litros, ha creado un 'protomundo' que simula las condiciones de la Tierra primitiva, mezclando agua, metano, nitrógeno y amoníaco, y aplicando descargas eléctricas para replicar el entorno caótico de aquél entonces. Este proyecto evoca el célebre experimento de Stanley Miller de 1952, pero la gran sorpresa ha sido la aparición de 'protocélulas', estructuras que García Ruiz considera una posible antesala de la vida.

El equipo de investigación observó cómo en un corto período de dos semanas, se formó una capa superficial sobre el líquido, y el agua clara se tornó de color marrón amarillento. Al analizarlo bajo el microscopio, surgieron múltiples estructuras que podrían considerarse similares a organismos vivos, aunque en realidad son moléculas autoorganizadas. Esta revelación plantea preguntas sobre la esencia de la vida y el proceso químico que la podría haber originado.

García Ruiz, con 71 años y originario de Sevilla, explica que este enfoque supone un cambio de paradigma en la forma en que entendemos el origen de la vida. A diferencia de las creencias tradicionales basadas en interpretaciones bíblicas, su investigación sugiere que lo que ocurrió fue un proceso químico aleatorio y gradual. 'La evolución química pudo haber comenzado en millones de planetas similares al nuestro', afirma.

Este experimento no solo ha replicado la creación de aminoácidos, los bloques constructores de la vida, sino que ha generado también las cinco nucleobases esenciales del ADN. Sin embargo, el descubrimiento de las protocélulas es el hallazgo más fascinante, que García Ruiz describe como vesículas que podrían haber actuado como compartimentos para facilitar las reacciones en el ambiente primitivo. 'Es probable que estas protocélulas también aparecieron en el experimento de Miller y otros sin haber sido detectadas hasta ahora', explica el investigador, quien lidera el proyecto junto a su colega alemán Christian Jenewein.

Los resultados de este estudio sugieren que la vida en la Tierra podría haberse originado cientos de millones de años antes de lo que se pensaba, durante el Hádico, periodo que abarca desde la formación del planeta hace 4.600 millones de años hasta unos 4.000 millones de años. García Ruiz menciona que sus protocélulas están formadas por unidades repetidas de ácido cianhídrico, una simple molécula compuesta de carbono, hidrógeno y nitrógeno. Además, su investigación ha recibido financiación del consorcio europeo, que ha otorgado 10 millones de euros para investigar el papel de la sílice en el origen de la vida.

El legado del científico soviético Aleksandr Oparin, que postuló hace un siglo que la vida surgió de la evolución química de moléculas simples, ha influido enormemente en esta investigación. Pero no todo es entusiasmo. El biólogo mexicano Antonio Lazcano se muestra cauteloso y aclara que el término 'protocélulas' puede dar una falsa impresión de continuidad evolutiva. 'Aún estamos lejos de entender completamente el vínculo entre las moléculas inorgánicas de la Tierra primitiva y los primeros organismos', aclara.

Asimismo, García Ruiz añade que se enfrenta a un desafío aún mayor: el futuro envío de muestras de Marte podría incluir aminoácidos y estructuras similares a las protocélulas, pero esto no confirmaría la existencia de vida extraterrestre. En un campo donde cada hallazgo plantea más preguntas que respuestas, la investigación sigue avanzando.

El filósofo Kepa Ruiz Mirazo también elogia este estudio y destaca la importancia de los compartimentos que se asemejan a las células. 'El trabajo es un gran avance en nuestra búsqueda de los orígenes de la vida', concluye. Un nuevo horizonte se abre en la ciencia, continúan las interrogantes, pero cada paso nos acerca a la esencia misma de la vida.