Un nuevo estudio sugiere que podríamos no ser la primera civilización avanzada en habitar la Tierra. Este intrigante planteamiento se basa en la famosa hipótesis siluriana popularizada por la serie británica de ciencia ficción, Doctor Who.

Las películas y series de ciencia ficción siempre han abierto espacios a la imaginación, impulsando investigadores a considerar teorías audaces. Desde la llegada de la inteligencia artificial hace unos años, los vínculos entre la ciencia y la ficción se han hecho aún más evidentes. La reciente mención de que la vida extraterrestre podría haber evolucionado hacia inteligencia artificial ha dejado a muchos ponderando sobre nuestro lugar en el cosmos.

En 2018, un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge presentó un trabajo que explora la posibilidad de que una civilización industrial anterior a la humana pudiera haber existido. La hipótesis siluriana nos lleva a preguntarnos: ¿hay alguna evidencia de que esta civilización dejó huellas en nuestro planeta?

Sorprendentemente, nuestra civilización ha existido solo durante unos 300 años si se considera el largo tiempo que tiene la Tierra. Esto plantea la pregunta de si alguna civilización alienígena avanzó tecnológicamente millones de años atrás. Si así fuera, ¿tendríamos alguna forma de detectar sus vestigios con los métodos científicos actuales?

Los investigadores de Cambridge no afirman que haya existido otra civilización, sino que estudian las posibilidades de que, si hubo alguna, pudiéramos encontrar evidencia de su existencia en el registro geológico. La preservación de los indicios que puedan encontrarse es un tema complicado, ya que muchos vestigios de distintas eras se han perdido en el tiempo.

Un aspecto crucial que se menciona es que, si alguna vez ha existido una civilización avanzada y sostenible, su huella geológica podría ser mínima. Si sus prácticas eran respetuosas con el medioambiente, los rastros industriales, marquesinas y contaminación serían casi inexistentes, haciendo mucho más difícil su descubrimiento.

Además, los tipos de energía que estas civilizaciones hipotéticas podrían haber explotado, como la energía geotérmica o el petróleo, también pueden proporcionar pistas sobre su existencia. Las alteraciones en el suelo y el subsuelo serían detectables incluso millones de años después. Pero el desafío persiste: ¿las evidencias perduran lo suficiente para ser identificables por los geólogos del futuro?

Este campo de investigación no busca respuestas definitivas, sino más bien fomentar una cultura de cuestionamiento. Nos permite entender cómo se forman y desaparecen las evidencias en nuestro entorno, y proyectar posibles futuros donde la humanidad, tal vez, deje un legado duradero.

Las preguntas levantadas no son meras especulaciones; la ciencia ficción puede proporcionarnos insights valiosos sobre la historia y el destino de nuestra propia civilización. ¿Estamos predispuestos a seguir un camino que ya ha sido andado? ¿Qué ocurre si nuestra propia extinción siguiera el patrón de otras civilizaciones que pudieron haberse desarrollado antes que nosotros? La respuesta a estas interrogantes podría cambiar por completo nuestra percepción del tiempo y de nuestra existencia en el universo.