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¡Increíble! Japón absuelve al prisionero que pasó medio siglo en el corredor de la muerte

2024-09-26

Autor: Carmen

Iwao Hakamada, quien se despertó cada día durante 50 años preguntándose si sería su último almuerzo, ha sido finalmente absuelto de las cuatro muertes por las que fue condenado en 1968. Este hombre, el prisionero que más tiempo ha estado en el corredor de la muerte, es hoy un anciano de 88 años que no pudo asistir a su audiencia este jueves debido a su deteriorada salud mental. Su caso ha sido emblemático para activistas y abolicionistas de la pena de muerte, que han luchado durante décadas señalando las brutales injusticias del sistema penal japonés.

Hakamada, en su juventud un prometedor boxeador que alcanzó el sexto lugar en el ranking nacional de peso pluma, trabajaba en una fábrica de miso antes de ser arrestado. Fue acusado del horrendo asesinato del propietario de su empresa, su esposa y sus dos hijos, hallados apuñalados en su hogar incendiado. Un mes después de los crímenes, la policía lo aprehendió. A pesar de que las pruebas eran bastante cuestionables, entre ellas unos pantalones ensangrentados que, según las autoridades, eran de Hakamada (aunque a él le quedaban muy ajustados), su confesión fue considerada suficiente para condenarlo.

Años más tarde, en 2014, pruebas de ADN demostraron que no era su sangre la encontrada en los pantalones, lo que llevó al tribunal a ordenar un nuevo juicio. A partir de ahí, Hakamada pudo esperar su juicio en libertad debido a su avanzada edad y su demencia. Después de nueve años de puro sufrimiento y angustia, este nuevo proceso finalmente tuvo lugar, aunque la fiscalía continuó pidiendo la pena de muerte.

Durante su interrogatorio, Hakamada afirmó que su confesión fue obtenida bajo tortura; fue golpeado, privado de sueño y sometido a condiciones inhumanas durante más de 240 horas de interrogatorio. Esta situación ha causado un revuelo entre los defensores de los derechos humanos, quienes exigen una transformación del sistema penal japonés.

El apoyo a Hakamada ha sido masivo, incluyéndo activistas, organizaciones de derechos humanos y hasta exministros de Justicia. En un giro emocional, Norimichi Kumamoto, uno de los jueces que firmó su condena, admitió su error años después y se volvió un ferviente defensor de su libertad. Durante su liberación, Hakamada, enfermo de cáncer y con problemas para comunicarse, fue visto en televisión llorando y pidiendo perdón, expresando: "Me hubiera gustado haber hablado más fuerte antes".

En Japón, a pesar de que el empleo de la pena de muerte sigue siendo un tema muy debatido, el país se mantiene como una de las pocas democracias industrializadas que aún lleva a cabo ejecuciones. Un sondeo de 2019 reveló que el 80% de la población apoyaba la pena capital, mientras que solo el 9% abogaba por su abolición. Los críticos del sistema japonés argumentan que este se basa más en confesiones, a menudo extraídas bajo coacción, que en pruebas sólidas, lo que perpetúa la posibilidad de condenas erróneas.

Las condiciones de los reos en el corredor de la muerte son igualmente alarmantes. Los condenados viven en completo aislamiento, sin saber cuál será su destino hasta una hora antes de la ejecución. Las condiciones de sus celdas son inhumanas, con temperaturas extremas y una privación de sueño constante, ya que las luces permanecen encendidas las 24 horas del día. Asimismo, no tienen derecho a una última comida o a comunicarse con sus seres queridos, lo que agrava aún más su sufrimiento psicológico. La situación plantea una urgente necesidad de revisión y reforma del sistema penal en Japón, en busca de mayor humanidad y justicia.