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¡Increíble! El hombre que abandona la ducha por el río en León: «Prefiero esto a la ducha»

2025-01-19

Autor: Manuel

En Vegarienza, un pequeño pueblo del municipio de Riello, vive José Vega, un vecino que ha hecho del río más que un simple lugar de recreo y lo ha integrado en su vida diaria. Desde los 15 años, ha optado por bañarse en las aguas frías del río del Valle Omañés, renunciando por completo al agua caliente. Su filosofía es clara: «Si tengo el río delante de casa, ¿para qué voy a perder tiempo en ducharme?». Esa decisión ha marcado su rutina: se baña en todas las estaciones del año.

Sin embargo, este invierno ha hecho una excepción: «Desde noviembre no me meto porque el río grande está demasiado alto», explica. Pero su amor por el agua fría no es algo nuevo; ha sido influenciado por su tío, un personaje icónico en la región que solía romper el hielo para zambullirse incluso en las temperaturas más bajas.

«Siempre fue un amante del deporte», recuerda José, quien admira la resiliencia de su tío, quien a pesar de un grave accidente de tráfico que le dejó un brazo roto, mantuvo una vida activa hasta los 90 años, caminando a diario y nadando en el río.

Para José, bañarse en el río no es solo un asunto de rutina, sino una verdadera forma de vida. Afirma que el agua del río es «más rápida» y, por lo tanto, «más eficiente» que una ducha. «El agua está casi igual en invierno y en verano. Lo importante es salir rápido y secarse al sol», dice con convicción.

A diferencia de su tío, que se sumergía en invierno como un reto, José ha hecho de este hábito un estilo de vida permanente. En las piscinas, también ha mantenido su lealtad al frío: «Soy de la Venatoria y no soporto la piscina climatizada, siempre me metí en la de fuera, aunque no estuviera muy fría», comentando con orgullo su peculiar comportamiento.

Su resistencia al agua caliente es tal que confiesa: «No recuerdo la última vez que me duché con agua caliente, seguramente fue antes de los 15 años cuando aún vivía con mis padres». En su pequeño pueblo de apenas 34 vecinos, su estilo de vida no sorprende a nadie. «La gente está equivocada, creen que el agua del río es más fría en invierno, pero la diferencia real es el aire de afuera», explica.

Más que un sacrificio, él lo ve como una elección de vida. «No sufro con el frío, sufro más con el agua caliente», concluye José con una amplia sonrisa.

Su historia se ha vuelto viral en pequeñas comunidades y ha abierto un debate sobre las elecciones de estilo de vida y la conexión con la naturaleza. Cada vez más personas en su localidad están considerando seguir sus pasos, buscando la frescura y la vitalidad que solo el río puede ofrecer. ¿Te atreverías a seguir su ejemplo?