Las fuerzas norcoreanas están enfrentando un duro golpe en el campo de batalla en la región de Kursk, Rusia, con informes de bajas significativas debido a las operaciones militares ucranianas. Según la inteligencia militar de Ucrania, conocida por sus siglas GUR, las tropas en la zona de Novoivanovka han sufrido pérdidas severas como resultado de estos ataques.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, afirmó que cerca de 3.000 soldados norcoreanos han muerto o resultaron heridos en los enfrentamientos. Esta cifra marca un punto crítico en la escalada del conflicto, especialmente después de que se confirmara que Corea del Norte había enviado entre 10.000 y 12.000 efectivos a Rusia para participar en la guerra.

La situación es alarmante no sólo por el número de bajas, sino también por las dificultades logísticas a las que se enfrentan las tropas norcoreanas. Según el GUR, estas fuerzas se encuentran con problemas de suministro, incluidos escasez de agua potable, a medida que continúan los ataques ucranianos, lo que agrava su capacidad para mantenerse operativas.

Además, la presión internacional está creciendo. Mientras el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden intensifica sus esfuerzos para proporcionar más ayuda militar a Ucrania antes de que asuma el nuevo presidente Donald Trump, el conflicto en Kursk ha obligado a Rusia a desviar tropas de la ofensiva en el este de Ucrania.

La respuesta de Rusia ha sido contundente, lanzando oleadas de ataques de misiles y drones contra la infraestructura eléctrica de Ucrania, buscando debilitar la resistencia ucraniana. Un ataque reciente en Navidad involucra más de 78 misiles y 106 drones, lo que llevó a la población a buscar refugio en estaciones de metro.

Durante un ataque el jueves, Rusia lanzó 31 drones explosivos, y gracias a los esfuerzos de la fuerza aérea ucraniana, se logró derribar 20 de ellos. Sin embargo, esto no detuvo a las fuerzas rusas que atacaron un mercado en Nikopol, hiriendo a ocho personas.

En respuesta, Ucrania no se quedó de brazos cruzados; atacaron una planta en Kamensk-Shakhtynsky, en la región de Rostov, que produce materiales para misiles balísticos, como parte de una estrategia para desmantelar las capacidades ofensivas rusas.

Aunque el portavoz de la inteligencia militar, Yevgen Yerin, declaró que la incorporación de los norcoreanos no ha tenido un impacto significativo en el conflicto, el número de bajas y el clima de guerra se tornan cada vez más intensos, haciendo que la situación en la región sea cada vez más crítica.

El futuro sigue siendo incierto mientras ambos lados continúan atacando y defendiendo sus posiciones, y el mundo observa ansiosamente cómo se desarrollará esta guerra que parece no tener fin.