Yeda-. Después de una semana llena de tensión en Arabia, marcada por los conflictos en las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor y la incomodidad de los aficionados saudíes con la afición del Mallorca, parece que se avista una calma temporal. Este sábado, se produjo un giro inesperado cuando Rafael Louzáin, presidente de la Federación Española de Fútbol, y Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, lograron superar sus diferencias debido a una llamada telefónica de Laporta, justo antes de un cóctel de reconciliación en el hotel de la RFEF en Yeda.

Durante dicha conversación, Laporta no solo reconoció su falta de control en el estadio King Abdullah, donde su comportamiento había sido objeto de críticas. Al celebrar una decisión favorable del Consejo Superior de Deportes con un corte de mangas, Laporta superó los límites y, exaltado, empezaron a volar insultos, algo que no pasó desapercibido para los presentes. Testigos afirmaron que se escuchó claramente el término "sinvergüenzas" como parte de su arrebato verbal.

Laporta sinceramente pidió a Louzáin que tuviera en cuenta la presión que enfrentaba debido a las tensiones en las inscripciones de Olmo y Pau Víctor. Ambos líderes, en un ambiente más amistoso, empezaron a reconstruir su relación. Las acciones de Laporta habían enfurecido a la Federación, pero el tono conciliador que adoptaron durante la llamada y el encuentro posterior ha cambiado el rumbo de la situación.

Lo que inicialmente se perfilaba como un expediente que podía traer sanciones a Laporta ha sido, por el momento, desactivado gracias a esta reconciliación. En el Hotel Marriott de Yeda, Laporta ofreció un discurso lleno de sentido, apelando a la pasión que rodea el fútbol y lamentando la forma en que se gestionó el caso Olmo desde el principio. "Podría haberse evitado todo esto de haber aplicado correctamente la normativa desde un inicio", expresó Laporta, dejando la puerta abierta a futuras colaboraciones.

Este desenlace nos recuerda la tumultuosa naturaleza del deporte rey y cómo la delicada diplomacia entre los clubes y la Federación es vital para evitar sanciones y malentendidos que puedan empañar la competitividad del fútbol español. La espera ahora es si esta conciliación llevará a una mejora en las conversaciones y relaciones futuras entre las instituciones.