Un reciente estudio del MIT ha revelado una sorprendente reducción del 10 % en la contaminación ambiental por mercurio en la última década, desafiando las afirmaciones de los inventarios globales que sugieren un aumento en estas emisiones. Este hallazgo no solo es alentador, sino que inaugura una nueva era de esperanza en la lucha contra la contaminación.

Los investigadores, al examinar datos de estaciones de monitoreo en el hemisferio norte, descubrieron que las concentraciones de mercurio en la atmósfera han disminuido entre 2005 y 2020. Este descenso se atribuye a una notable baja en las emisiones causadas por las actividades humanas. Este resultado pone de manifiesto la importancia de las políticas ambientales desarrolladas en diversas naciones para reducir la huella de mercurio.

El estudio, ampliamente cubierto en MIT News, utilizó modelos bioquímicos y de transporte químico avanzados para determinar las causas de esta disminución. A pesar de que los modelos sugieren que la reducción de emisiones es la razón principal de esta tendencia positiva, la discrepancia entre los datos empíricos obtenidos y los estimados globales plantea dudas serias sobre la precisión de los modelos actuales y su viabilidad para informar futuras políticas ambientales.

Una de las mayores sorpresas del estudio es la contradicción con los datos de mercurio. Actualmente, los inventarios se elaboran a partir de factores de emisión y estimaciones de actividades contaminantes, pero los investigadores advirtieron que estos modelos no siempre reflejan los cambios reales que ocurren en la atmósfera. Esta discrepancia puede estar relacionada con la falta de datos en regiones críticas, donde las tecnologías más tradicionales podrían estar contribuyendo a un menor impacto ambiental, o bien debido a la dificultad de medir adecuadamente las emisiones de actividades como la minería artesanal, que se ha encontrado que representa hasta el 40 % de las emisiones de mercurio.

Además, las propiedades volátiles del mercurio, que le permiten reemitirse desde el suelo o el agua, complican el rastreo de sus fuentes primarias. El equipo de investigación también subrayó la necesidad de más estaciones de monitoreo y avances en la ciencia para poder mejorar el seguimiento de este grave contaminante. Sin datos precisos y fiables, pronosticar las tendencias futuras en la contaminación por mercurio se convierte en un verdadero desafío.

El MIT, con el apoyo de la Fundación Nacional de Ciencias de EE. UU. y la Agencia de Protección Ambiental, se encuentra en la vanguardia de la investigación en este campo. Su objetivo es afinar modelos de medición y predicción de emisiones, buscando establecer un sistema de monitoreo más efectivo y verídico para el control global del mercurio. Este estudio es una señal alentadora de que es posible disminuir la contaminación y avanzar hacia un futuro más sostenible.