El 13 de junio de 1926 nació en Montrouge, Francia, Jérôme Lejeune, conocido como el padre de la genética moderna. En 1958, hizo un descubrimiento que cambiaría el futuro para muchos: la trisomía del cromosoma 21, que es la base del síndrome de Down. Este médico, con profundas convicciones éticas, dedicó su vida a proteger a los más vulnerables y a luchar contra el aborto. Sin embargo, hoy se enfrenta a una realidad devastadora: cada vez más países, incluido España, parecen optar por el rechazo hacia lo no nacido.

Desde la llegada de Pedro Sánchez al poder, se estima que cerca de 476,000 bebés han perdido la oportunidad de nacer. En solo 2023, se registró un alarmante aumento de abortos: 103,097 fetos no llegaron a nacer, lo que representa un incremento de 4,781 (4.8%) respecto al año anterior.

Un estudio reciente del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, coordinado por expertos de diversos países, ha revelado que a nivel global, en los últimos años, ha habido un descenso del 50% en el número de nacimientos de bebés con síndrome de Down. Este fenómeno no es casual; los avances tecnológicos permiten a los médicos detectar y diagnosticar condiciones genéticas con mayor precisión, lo que lleva a muchas madres a optar por el aborto.

La actual legislación y la percepción social sobre el aborto han hecho que el 83% de los embarazos diagnosticados con síndrome de Down en España terminen en interrupción. Este porcentaje es escalofriante y contrasta con otros países: en los nórdicos, la tasa de abortos selectivos es de 51%, y en Europa del Este, del 38%. Sin embargo, España se destaca por su elevado índice, que podría integrarse en el creciente fenómeno de la eugenesia moderna.

Quizás lo más preocupante es que muchos países no llevan un recuento preciso de estos casos, por lo que se desconoce el verdadero alcance de la realidad en otras regiones. Un informe de los autores del estudio, publicado en la prestigiosa revista científica Nature, estima que entre 2020 y 2022, el 54% de los embarazos con fetos de síndrome de Down en Europa terminó en aborto.

Este número podría haberse incrementado en los últimos años. Agustín Matía Amor, director de Down España, ha indicado que actualmente se aborta entre el 90% y el 95% de los fetos con esta condición, lo que subraya la urgencia de una conversación nacional sobre la ética y el derecho a la vida.

El dilema se plantea: ¿es esta tendencia un reflejo de la despreciable actitud social hacia la discapacidad, o es un avance en la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos? Sea cual sea la respuesta, la realidad es inquietante y merece una reflexión profunda en toda la sociedad.