Tecnología

¡He probado un taxi autónomo! Así es viajar sin conductor en San Francisco

2024-10-01

La semana pasada tuve la oportunidad de visitar Palo Alto y decidí aprovechar mi estancia para experimentar un viaje en un Waymo, los innovadores taxis autónomos de Alphabet que están disponibles en un número limitado de ciudades, pero que desde junio están abiertos a todos.

Los Waymo son especialmente conocidos en San Francisco, así que tomé un Uber de cuarenta minutos para llegar a la ciudad. Durante el trayecto, charlé con el conductor sobre las diferencias entre la vida en España y Estados Unidos; fue una conversación muy enriquecedora.

Al llegar al Embarcadero, hice una reserva a través de la aplicación de Waymo para viajar a Alamo Square y admirar las famosas Painted Ladies, un grupo de siete casas victorianas de colores vibrantes. Mi corazón latía de emoción, ya que sería la primera vez que me subía a un vehículo completamente autónomo.

La aplicación de Waymo es bastante intuitiva y similar a otras plataformas de transporte que conocemos, como Uber o Cabify. En solo veinte segundos, un elegante Jaguar I-Pace estaba en camino hacia mí.

Una de las características más interesantes del vehículo es su sistema de cámaras en el techo, que además cuenta con LEDs que muestran las iniciales del pasajero que está a punto de ser recogido, dándole un toque humano a la experiencia. Tras desbloquear las puertas desde la aplicación, subí al asiento trasero con un poco de incertidumbre.

Dentro del vehículo, la pantalla trasera permite controlar la música y la climatización, aunque curiosamente no se pueden elegir canciones específicas, solo el artista o género, así que opté por Bob Dylan. El viaje fue una experiencia de tranquilidad continua y precisión absoluta; nunca sentí una conducción brusca ni movimientos imprecisos.

El entorno urbano de San Francisco pasó ante mis ojos mientras el coche se movía con la seguridad de un cirujano en acción, respetando meticulosamente todas las señales de tráfico. De hecho, la experiencia contrasta notablemente con la interacción personal y a veces caótica que se vive en un coche convencional con conductor.

Sin embargo, esta perfección mecánica también trae consigo un vacío emocional. A lo largo del trayecto, el silencio era ensordecedor, casi como si la ausencia del conductor hubiera suprimido las historias humanas que normalmente escuchamos en estos viajes. Cuando llegué a las Painted Ladies, dejé la puerta entreabierta para tomar fotos, solo para que el vehículo comenzara a pitarnos, recordándome que debía cerrarla para seguir adelante.

Posteriormente, solicité otro Waymo para un viaje que incluía giros en la famosa Lombard Street. Este tiempo de espera me permitió observar en las pantallas cómo el coche utiliza sus sensores LiDAR y cámaras para mapear el entorno, detectando peones y otros vehículos, lo que le otorga una inteligencia notable.

Sin embargo, aunque el coche es altamente eficiente, hay momentos en los que un poco más del factor humano podría mejorar la experiencia. Por ejemplo, un ciclista atravesó abruptamente el paso de peatones y, aunque el automóvil frenó suavemente, es innegable que la interacción social que se podría haber generado no se dio.

Finalmente, al llegar al destino, reflexioné sobre la inevitable transformación que estamos viviendo. Nos dirigimos hacia un futuro donde la perfección mecánica podría reemplazar la imperfección humana. A pesar de las controversias que esto podría traer, es un avance que, indudablemente, debemos aceptar y en el cual nos adaptaremos con el tiempo. Este avance nos ofrece una nueva manera de viajar, y aunque el camino está lleno de desafíos, la evolución es parte de nuestra naturaleza.