Gladiador II de Ridley Scott: un Sharknado a la romana que dejará a todos boquiabiertos
2024-11-15
Autor: Manuel
En una reciente entrevista, Ridley Scott, el aclamado director detrás de exitosas producciones como "Gladiador", se defiende de las críticas hacia su nueva película, "Gladiador II". Se ha hecho evidente que la precisión histórica no es una de sus prioridades, tal como demostró en su film "Napoleón". En las declaraciones más polémicas, Scott defendió la impactante escena de la naumaquia (un combate naval gladiatorio) presentada en el trailer, sosteniendo que si Roma tenía la capacidad de construir un anfiteatro, ciertamente podría inundarlo. Sin embargo, sus afirmaciones han despertado la preocupación de muchos historiadores, quienes abogan por la necesidad de basar las narrativas en investigaciones arqueológicas y documentación fiable en lugar de solo en la imaginación personal.
En sus declaraciones, el director parece sugerir que los romanos tenían un indiscutible nivel de superioridad tecnológica, lo que puede llevar a una interpretación errónea y a visiones distorsionadas de una sociedad que, en realidad, era incluida dentro de un contexto complejo y variado.
Situándonos en el marco temporal, "Gladiador II" transcurre teóricamente dieciséis años después de los eventos de la primera película, justo tras la muerte de Marco Aurelio y Cómodo, aunque la primera entrega se despachó con importantes eventos histórico-reales. El personaje de Caracalla, que aparece en la secuela, se fusiona anacrónicamente con la historia, dejando muchas incongruencias y vacíos narrativos sin resolver.
⚠️ Alerta spoilers a partir de aquí ⚠️
La trama de "Gladiador II" se desvía considerablemente de los hechos históricos. En lugar de adentrarse en los tumultuosos reinados posteriores a Cómodo o en la figura de Septimio Severo, presenta a Caracalla y Geta como gemelos (una distorsión notoria ya que históricamente eran hermanos con una gran rivalidad). Además, la película parece comprimir eventos que abarcaron años en apenas días, lo cual ahonda en la confusión cronológica.
La película introduce personajes como Lucio Vero, interpretado por Paul Mescal, quien lucha por encontrar su camino en medio de una narrativa que oscila entre la venganza y el deber. Sin embargo, el desarrollo de los personajes queda en un mar de clichés y arquetipos, sin profundidad ni evolución significativa.
En cuanto a los juegos gladiatorios, la representación de la naumaquia —una batalla naval en un Coliseo inundado con tiburones— es, sin duda, una de las escenas más impactantes visualmente, pero también las más criticadas por su falta de veracidad histórica. A lo largo de la historia, los romanos solían construir lagos artificiales para tales eventos, en lugar de llevar a cabo una inundación forzada de su icónico anfiteatro. Además, la escasa atención a las tácticas y organizadores de las luchas de gladiadores no hace justicia a la naturaleza reglamentada de estos espectáculos.
El mismo dilema se presenta con los personajes no caucásicos, que brillan por su ausencia en la nueva película, a pesar de que figuras como Caracalla y Geta procedían de ascendencia púnico-bereber y árabe. Esta decisión de casting es tanto una falta de representatividad histórica como un paso en falso en la construcción de un universo narrativo coherente.
A medida avance la trama, hay una clara sensación de que Scott de alguna manera ha priorizado la estética por encima de la sustancia. Las escenas de acción, aunque espectaculares, carecen de significados profundos y se sienten como un derroche de recursos cinematográficos más que como un homenaje a la historia del Imperio Romano.
Además, la película parece no abordar apropiadamente la presencia de mujeres en la arena, lo que es una omisión significativa, considerando que la historia del Imperio incluía figuras femeninas notables. En este sentido, "Gladiador II" no solo coquetea con el síndrome de Pitufina, sino que también se adentra en representaciones problemáticas de feminidad y villanía en sus personajes.
En resumen, "Gladiador II" es una obra que, aunque visualmente deslumbrante, deja mucho que desear en términos de rigor histórico y desarrollo narrativo. Ridley Scott podría haber creado una épica historia sobre el Imperio Romano, pero optó en cambio por un espectáculo que, al igual que "Sharknado", parece más diseñado para generar clics que para contribuir a una comprensión matizada de la historia.