La Comisión Europea se encuentra en una encrucijada en torno al controvertido acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur, que ha estado en espera durante casi 20 años. Francia, con la ministra de Agricultura Annie Genevard a la cabeza, está haciendo un esfuerzo concertado para construir una coalición de países europeos dispuestos a ejercer un veto y así paralizar la ratificación de este acuerdo.

Genevard ha expresado sus intenciones de persuadir a un grupo estratégico de países, incluidos Bélgica, Bulgaria, Austria, Irlanda, y posiblemente Italia, para que se unan en esta misión. El Mercosur, creado en 1991 por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, ha generado preocupación en Francia, que teme que el acuerdo perjudique los intereses agrícolas locales, al permitir la entrada de inmensas cantidades de productos extranjeros a bajo costo.

Francia ha manifestado una postura clara: el acuerdo representaría "una competencia totalmente desleal". Según la ministra, hasta un 27% de los productos fitosanitarios usados en el Mercosur están prohibidos en la UE, lo que plantea serias dudas sobre la seguridad y calidad de los productos que llegarían al mercado europeo.

En cifras impactantes, se estima que con el acuerdo, se importarían desde el Mercosur aproximadamente 99.000 toneladas de carne de res, 100.000 toneladas de pollo, y 100.000 toneladas de azúcar, lo que podría desestabilizar la agricultura francesa que ya ha solicitado protección ante la avalancha de productos ucranianos.

El estrés por la competencia desleal genera un efecto dominó en las políticas agrícolas de la UE, donde los agricultores europeos han respaldado la postura de Francia. Las organizaciones agrarias del continente han instado a una reevaluación de la relación UE-Mercosur, citando persistentes preocupaciones sobre el incumplimiento de Brasil de las normas europeas de seguridad alimentaria.

Copa-Cogeca, la mayor unión de organizaciones agrarias en Europa, ha publicado un contundente comunicado. En él, se resaltan las deficiencias en el sistema brasileño para rastrear el uso de hormonas prohibidas en sus exportaciones de ganado, y la falta de control sobre productos fitosanitarios peligrosos, lo que pone en jaque la viabilidad de cualquier acuerdo.

Ante este panorama, la ministra Genevard ha declarado que Francia no contempla ninguna reforma del acuerdo que implique subsidios o compensaciones financieras. Los agricultores locales, según ella, buscan ser competitivos en igualdad de condiciones, lo que reitera su renuencia a aceptar un acuerdo que podría comprometer la calidad y seguridad de los productos alimentarios en Europa.

Se espera que estas dinámicas provoquen un intenso debate en los próximos meses, ya que el futuro del acuerdo UE-Mercosur sigue siendo incierto frente a la creciente presión de los agricultores europeos y las restricciones que plantea Francia. ¿Logrará la coalición anti-Mercosur cambiar el rumbo de la política comercial de la UE? ¡Mantente al tanto para descubrirlo!