Fertilizar 10.000 kilómetros cuadrados de océano: ¿el futuro para combatir el cambio climático?
2024-09-25
Autor: Marta
Cuando pensamos en proyectos de geoingeniería, lo primero que seguro viene a nuestra mente son grandes infraestructuras diseñadas para la captura de carbono, siembra de nubes o tecnologías innovadoras. Sin embargo, existen soluciones intermedias que combinan geoingeniería y enfoques sostenibles.
Recientemente, el consorcio ExOIS (Exploring Ocean Iron Solutions) ha propuesto un proyecto ambicioso para ‘fertilizar’ las aguas oceánicas. Este enfoque busca estimular el crecimiento del fitoplancton, un organismo crucial en la captura de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.
La necesidad de actuar. Las emisiones de CO2 han mostrado un crecimiento alarmante en las últimas décadas, lo que incrementa la concentración de gases de efecto invernadero en nuestro planeta. Aunque es vital reducir nuestras emisiones, también se hace indispensable mejorar la eficiencia con la que eliminamos estos gases del aire.
Los árboles y las plantas son las principales ayudas en este sentido, absorbiendo CO2 a través de la fotosíntesis. Sin embargo, no son los únicos: las algas y el fitoplancton son también esenciales en este proceso. Diversos proyectos han explorado la idea de acelerar su crecimiento para aumentar la captura de CO2.
Un proyecto a gran escala. La propuesta de ExOIS incluye la fertilización de una zona marina de hasta 10.000 km², una extensión equivalente a un cuadrado de 100 kilómetros de lado en el noreste del océano Pacífico, con planes de iniciar este experimento en 2026. Esta estrategia incluye el uso de sulfato de hierro (II) (FeSO4) junto con hexafluoruro de azufre (SF6) para monitorear el proceso.
El objetivo es probar la eficacia de esta técnica en pequeña escala antes de implementarla a gran escala, asegurando que no causará daños significativos a los ecosistemas marinos. Para ello, se necesita demostrar que la metodología es eficaz en la captura de carbono y, además, que no genera efectos negativos en el medio ambiente.
Antecedentes naturales. Estudios anteriores han mostrado que la fertilización oceánica puede tener resultados positivos. Un caso notable fue en 2013, cuando un equipo de investigadores observó los efectos de la erupción del volcán Kasatochi en 2008, que liberó cenizas ricas en hierro. Estas cenizas fueron transportadas por vientos hacia el océano, lo que favoreció el crecimiento del fitoplancton y, en consecuencia, un aumento en la retención de carbono.
Desafíos financieros y legales. Sin embargo, el proyecto enfrenta retos significativos. Se estima que la evaluación del proyecto costará alrededor de 290 millones de dólares, con un presupuesto inicial de 160 millones dedicado a ExOIS. Además, hay preocupaciones legales, ya que el Protocolo y Convención de Londres prohíbe estas prácticas a menos que se realicen bajo estrictas condiciones de monitoreo y no de forma comercial.
Riesgos y precauciones. La cautela es esencial en estos casos. Un estudio de 2009 reveló que la sobre-fertilización puede dar lugar a la proliferación de diatomeas tóxicas, lo que podría tener efectos perjudiciales para el ecosistema. Dado que los ecosistemas marinos son intrínsecamente complejos, es imposible prever todas las repercusiones de una intervención. Aunque un experimento pueda ser seguro en un entorno, no necesariamente será aplicable a otros contextos con diferentes condiciones ambientales.
La geoingeniería sigue presentando ideas innovadoras para enfrentar el cambio climático, pero la pregunta sigue siendo: ¿será esta la solución definitiva o requeriremos de un enfoque más equilibrado y diverso para proteger nuestro planeta?