El escándalo de las oposiciones de RTVE ha tomado un giro inesperado, ya que, según informes de ABC, la filtración del examen que se debía realizar el pasado domingo provino directamente del tribunal organizador. Este tribunal estaba compuesto por un grupo selecto de trabajadores de RTVE, entre ellos, Esteban Crespo Haro, director de RTVE Cataluña, y Cristina Ónega Salcedo, directora del Canal 24 horas, entre otros. Todos ellos están siendo señalados en este tumultuoso escándalo, ya que algunos tienen conexiones con sindicatos, lo que añade más polémica a su papel en el supervisar el examen.

En una reciente reunión tras el fiasco, la Comisión de Empleo de RTVE anunció que el examen se reprogramará para el 2 de noviembre y que se conformará un nuevo tribunal completamente renovado. Este cambio radical llegó tras la dimisión en bloque del tribunal original, que ha dejado a la corporación en una situación crítica. Fuentes de la empresa han manifestado que este evento ha afectado profundamente la reputación de RTVE, describiendo lo sucedido como "intolerable" y altamente dañino para los opositores, quienes han sufrido las consecuencias de esta seria falta de control.

Adicionalmente, se ha hecho referencia a problemas de seguridad en el proceso de oposiciones, que ya no son algo nuevo para RTVE. En agosto, una brecha en la página web destinada a selecciones dejó expuestos datos sensibles de los aspirantes, incluyendo información bancaria y documentos de identidad. Este fallo, atribuido a la empresa gestora Cegos, previamente involucrada en otros escándalos de filtración en departamentos públicos, ha levantado serias preocupaciones sobre la gestión de seguridad de la corporación.

En su última comparecencia ante la comisión de control, el directivo Cascajosa defendió que no existen fallos de control internos. Sin embargo, reconoció la necesidad de crear una plataforma de seguridad propia, asegurando que aprenderán de esta experiencia negativa. Con un panorama tan turbio, muchos se preguntan si esta crisis marcará un antes y un después en la gestión de recursos humanos de RTVE. ¿Podrá la corporación recuperar la confianza del público y de sus empleados tras esta debacle? La incógnita persiste mientras el sentido común clama por responsabilidad y transparencia.