La industria del videojuego en Europa se ha disparado, generando la sorprendente cifra de 55.000 millones de euros al año, superando incluso a las industrias cinematográfica y musical combinadas. Uno de los motores detrás de este fenómeno son las famosas monedas virtuales.

Entre las más reconocidas están los 'FIFA Points' del popular juego FIFA y los 'Pavos' de Fortnite. Estas monedas son un tipo de dinero ficticio que permite a los jugadores acceder a mejoras dentro del juego, creando un ingreso significativo para los desarrolladores, incluso más que el precio de venta del propio videojuego.

Existen dos categorías de monedas virtuales, según el psicólogo especializado en videojuegos, Carlos Tardón. Las 'monedas soft' son aquellas que el jugador puede ganar al jugar, mientras que las 'monedas hard' requieren el uso de dinero real para ser adquiridas, lo que puede llevar a los jugadores a realizar gastos desmesurados.

Estas transacciones pueden parecer pequeñas, pero a medida que el jugador se sumerge en el juego, la percepción del valor cambia. Tardón señala que frecuentemente los desarrolladores fomentan la compra en paquetes o bonos, lo que lleva a que los jugadores pierdan la noción del dinero real: "Te sientes como si estuvieses jugando con billetes del Monopoly".

El verdadero valor de estas monedas es casi imposible de cuantificar. Los jugadores pueden adquirirlas fácilmente a través de tarjeta de crédito, transferencia bancaria o PayPal, pero no existe opción de reembolso una vez compradas. Esto plantea serias preocupaciones, especialmente cuando se trata de menores de edad que pueden hacerse con estas monedas sin entender su verdadero costo: "Los padres deben estar atentos a las compras que realizan sus hijos en los videojuegos, ya que a menudo no tienen idea de cuánto están gastando realmente".

Además, se ha generado un debate en torno a la ética de estas prácticas, con varias organizaciones denunciando que la publicidad engañosa y la falta de regulación pueden estar alimentando la adicción al gasto. ¡Es tiempo de que las autoridades tomen nota y se inicie un debate urgente sobre la protección del consumidor en el mundo del gaming!