Se han encendido las alarmas en el Mar Báltico tras la detención de un petrolero ruso que llegó a Finlandia cargado con equipo de espionaje. Las autoridades finlandesas han clasificado estas prácticas como parte de una peligrosa estrategia conocida como la 'guerra del fondo marino', en la que se estima que cientos de barcos espías rusos están operando en aguas nórdicas, poniendo en peligro la seguridad de la región.

La detención del petrolero 'Eagle S' ocurrió después de que se identificara una marca de arrastre en el lecho marino, indicativa de maniobras deliberadas diseñadas para dañar infraestructuras críticas, como el cable eléctrico Estlink 2. Este acto de sabotaje no solo buscaba causar un daño significativo, sino que también podría tener repercusiones en la estabilidad energética de Finlandia y sus vecinos.

Las investigaciones continúan y las autoridades finlandesas están trabajando en un análisis más profundo para determinar la magnitud de la operación de espionaje vinculada al petrolero. Además, se están tomando medidas adicionales para resguardar las aguas nórdicas, garantizando que no se repitan incidentes de este tipo.

A medida que las tensiones geopolíticas se intensifican en la región, este incidente pone de manifiesto la creciente preocupación de los países nórdicos sobre la seguridad marítima y el espionaje en sus aguas. Financieramente, este tipo de sabotaje representa no solo un riesgo inmediato, sino también importantes consecuencias a largo plazo para las relaciones internacionales en el área.