Recientemente, Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, reveló que han decidido ignorar la ya célebre regla 1:1 de LaLiga. En sus propias palabras, el 3 de septiembre de 2024, afirmó que "no hemos llegado a la regla 1:1 porque no hemos querido". Lo que parecía ser una arrogante afirmación sobre la relación del club con Nike, en realidad, es un reflejo de una gestión económica que ha llevado al club a una situación crítica.

A finales de la temporada 2020-21, durante el cierre económico, Laporta tomó decisiones que, aunque en aquel momento parecieron acertadas, han tenido repercusiones significativas en la estabilidad financiera del club. Al ganar las elecciones, optó por imputar pérdidas contables que otros clubes no consideraron, dejando al Barça en una situación más complicada de lo esperado. Mientras otros equipos fueron capaces de imputar pérdidas debido a la pandemia, el Barça decidió hacer lo contrario, asumiendo que las pérdidas vinculadas al Covid-19 ascendían a 217 millones de euros, frente a los 330 millones que la junta anterior había reportado y los 349 millones comunicados por LaLiga.

El presidente de LaLiga, Javier Tebas, puso en alerta al Barça sobre las proyecciones financieras en un comunicado de 2021, asegurando que el impacto del COVID-19 podría rondar los 500 millones de euros. La gestión de Laporta acaba por afectar no solo a la economía del club, sino también la imagen de la institución y la confianza de los aficionados. Decisiones como la depreciación de jugadores de relevancia como Matheus, Coutinho, Pjanic y Umtiti, que se tradujeron en una pérdida de casi 150 millones de euros, han dejado huellas profundas.

El debate sobre la razón detrás de la estrategia de imputación de pérdidas permanece en el aire. Algunos creen que dañar la imagen de la junta anterior de Bartomeu fue el objetivo principal, mientras que otros sugieren que el plan era que, al próximo año, las depreciaciones se convirtieran en beneficios. Sin embargo, el desenlace fue inesperado: el gobierno de Pedro Sánchez eliminó la necesidad de que los directivos de los clubes deportivos avalaran sus decisiones, lo que en teoría beneficiaba a Laporta, pero lo sorprendió ya que no lo había anticipado. A medida que el futuro del Barça se torna incierto, la duda sobre si esas decisiones fueron realmente beneficiosas persiste, dejando a los seguidores atónitos ante la caída de uno de los clubes más grandes del mundo.