La tensión en Oriente Medio ha alcanzado un nuevo pico crítico. Este domingo, el Ejército israelí lanzó ataques contra objetivos de Hizbulá en Líbano después de que el grupo chií disparara más de un centenar de cohetes hacia el norte de Israel. Según las autoridades israelíes, estos cohetes han llegado más lejos que nunca en su territorio, lo que ha llevado a una represalia masiva que ha alcanzado cerca de 400 posiciones militares de Hizbulá en Líbano.

La milicia libanesa se atribuyó la responsabilidad de los ataques realizados el sábado por la noche y de la mañana de este domingo, apuntando a la zona de Haifa. Como resultado de estos ataques, al menos dos personas resultaron con heridas leves y una está en estado moderado debido a la metralla, informó el servicio de emergencias israelí, Magen David Adom (MDA).

Hizbulá asegura que sus acciones son una "respuesta inicial" a la eliminación de más de 30 combatientes suyos en explosiones de dispositivos de comunicación que atribuyen a Israel. En este contexto, el Ejército israelí ha prometido que "los ataques se intensificarán" para prevenir un ataque mayor.

Nadav Shoshani, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, expresó su preocupación por el impacto en los niños del norte del país que no pueden asistir a clase tras el inicio del año escolar. Afirmó que unas 60,000 personas permanecen evacuadas desde octubre, subrayando que esta situación resulta "intolerable" y culpando a Hizbulá por el conflicto que comenzó el 8 de octubre.

La escalada de violencia podría no estar limitada a estas áreas, ya que se teme una posible implicación de milicias desde Irak. De hecho, fuentes de Reuters informan que un líder de la Resistencia Islámica en Irak ha mencionado el inicio de una "nueva fase" en su apoyo operativo a Hizbulá, lo que intensifica más las preocupaciones sobre un conflicto regional más amplio.

Mientras tanto, el presidente de Israel, Isaac Herzog, en declaraciones a Sky News, insistió en que su gobierno "no busca una guerra" con Líbano. Atribuyó el aumento de tensiones en semanas recientes a la influencia de socios de Irán en la región, incluyendo a Hamas y los hutíes.

Es importante destacar que estos bombardeos se producen solo 48 horas después de que Israel eliminara al menos a 16 combatientes de Hizbulá en un ataque en Beirut, incluyendo a Ibrahim Aqil, uno de sus altos mandos. Las autoridades libanesas han reportado que también murieron tres menores y siete mujeres en ese ataque.

En medio de esta crisis, la coordinadora especial de la ONU en Líbano, Jeanine Hennis-Plasscharet, declaró que no hay una solución militar que garantice seguridad para ninguna de las partes involucradas y enfatizó la urgencia de buscar vías diplomáticas antes de que la situación escale aún más.

La creciente intensidad de los ataques también ha tenido un impacto en los hospitales israelíes cercanos a la frontera, obligándolos a reducir operaciones y trasladarse a áreas más seguras. Además, el Ministerio de Salud israelí ha implementado restricciones significativas en reuniones y actividades al aire libre en las comunidades del norte, debido al miedo a un ataque inminente.

Por otro lado, la cadena Al Jazeera ha denunciado que soldados israelíes han tomado control de sus oficinas en Ramala, confiscando equipos y causando un nuevo episodio de tensión entre el gobierno israelí y los medios de comunicación.

La situación se agrava con el aumento del número de muertos en Beirut, que se ha elevado a 45 tras el bombardeo israelí del pasado viernes en un edificio donde se encontraban líderes de Hizbulá en el sur de la capital libanesa.

Con cada hora que pasa, la posibilidad de un conflicto a gran escala se siente más cerca, y la comunidad internacional observa con gran preocupación cómo esta situación puede escalar a proporciones aún más devastadoras.