Desde la infancia, muchas personas enfrentan una relación complicada con la comida. Carolina, de 28 años, por ejemplo, siente que su percepción de los sabores es diferente a la de sus amigos. "Siempre he sido quisquillosa con la comida. Hay muchos sabores que me resultan amargos o demasiado intensos", confiesa, añadiendo que su aversión a verduras como el brócoli y la col rizada es notable. Pero, ¿por qué algunas personas experimentan los sabores de esta forma?

El término "supertaster" se refiere a aquellas personas que tienen una mayor capacidad para detectar sabores, especialmente el amargo, aunque también son más sensibles a sabores dulces y picantes. Fue la psicóloga estadounidense Linda Bartoshuk quien introdujo este término en los años noventa, tras investigar cómo la genética y la biología afectan la percepción del gusto.

¿Sabías que tenemos diferentes tipos de papilas gustativas? Estas pequeñas estructuras en nuestra lengua son responsables de percibir los cinco sabores básicos: dulce, salado, amargo, ácido y umami. Mientras que todos podemos experimentar estas sensaciones, algunas áreas de la lengua son más sensibles a ciertos sabores. Por ejemplo, la punta de la lengua detecta mejor lo dulce, mientras que la parte posterior es más receptiva al amargo.

Los supertasters tienen un número significativamente mayor de papilas gustativas que el promedio. Mientras que una persona normal puede tener entre 15 y 35 papilas por centímetro cuadrado, un supertaster puede tener hasta 60. Esta diferencia puede influir mucho en la calidad y variedad de la dieta de una persona.

El gen TAS2R38 desempeña un papel crucial en esto, ya que es responsable de la detección de compuestos amargos presentes en alimentos como el brócoli, el café y la cerveza. Investigaciones indican que hasta un 25% de la población podría ser supertaster, y aquellos con múltiples copias del gen perciben los sabores amargos de manera mucho más intensa.

La sensibilidad al gusto no es solamente genética. Factores como la edad, el sexo y la cultura también influyen en cómo percibimos los sabores. Se ha demostrado que las mujeres tienden a ser más sensibles a los sabores, lo que aumenta sus posibilidades de ser supertasters. La experiencia cultural juega un papel importante; en naciones donde se consumen más alimentos amargos, los residentes tienden a desarrollar una mayor tolerancia a estos sabores.

Sin embargo, ser un supertaster no siempre es positivo. La alta sensibilidad al amargor puede llevar a evitar alimentos que son nutritivos, lo que podría resultar en desequilibrios nutricionales y dietas poco saludables. También están más expuestos a trastornos alimentarios y a preferir comidas más dulces o grasosas, aumentando así el riesgo de obesidad y problemas metabólicos. Por otro lado, su fuerte aversión al amargo puede hacer que los supertasters sean menos propensos a consumir tabaco o alcohol excesivamente.

En resumen, ser un supertaster es una experiencia única que forma parte de nuestra biología. La ciencia sigue revelando las complejas conexiones entre nuestra genética, nuestros sentidos y nuestras preferencias alimenticias, brindándonos una visión más rica sobre cómo experimentamos la comida. ¿Te consideras un supertaster? Es posible que quieras explorar más sobre cómo tus papilas gustativas afectan tus elecciones alimentarias y tu salud en general.