La reciente dana en Valencia ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de reconsiderar nuestra planificación territorial. Iván Portugués, profesor de la Facultad de Geografía de la Universitat de Valencia y autor de un profundo análisis sobre el Plan Sur, advierte que el impacto de la dana debe enseñarnos lecciones valiosas sobre cómo no gestionar nuestro entorno. Durante un debate titulado 'La planificación territorial, infraestructuras y urbanismo', organizado por el colectivo 'La Plaça Debats', Portugués y otros expertos discutieron el comportamiento de los barrancos durante este fenómeno meteorológico.

El profesor explicó que la cuenca del barranco del Poyo presenta condiciones de riesgo de inundación. Las recientes comparativas entre ortofotos históricas de l'Horta Sud y las actuales revelan un urbanismo que se ha desarrollado de manera incoherente en relación a los procesos de inundación, ocupando áreas de marjal y huerta que son esenciales para el ecosistema.

El Plan Sur, que fue objeto de estudio de la tesis doctoral de Portugués, ha demostrado ser un sistema eficaz ante la reciente dana, diseñado para manejar caudales de hasta 5.000 m³/s, aunque durante las tormentas solo asumió 2.000 m³/s. Sin embargo, el Plan Sur también ha transformado el paisaje, convirtiéndose en una barrera que cambia la morfología de l'Horta Sud, impidiendo que el agua fluya de manera natural.

Un aspecto trascendental señalado por Portugués es que, aunque el Turia ha protegido a Valencia, ha llevado a la condena de l'Horta Sud, al desviar los ríos hacia áreas más conflictivas. La V-30, autopista que se erige junto al nuevo cauce del río, ha actuado como canal, llevando el agua que antes fluía naturalmente. Este desvío de las corrientes ha exacerbado la vulnerabilidad de ciertas zonas, como la Rambleta de Valencia, que fue un importante centro de ayuda para los damnificados tras la dana.

Iván Portugués también ha resaltado el 'efecto barrera' que causa la Pista de Silla (V-31), que se encuentra en una región con niveles freáticos elevados, inhundándose regularmente. Este fenómeno pone de relieve la interacción entre la infraestructura urbana y los procesos hidrológicos, sugiriendo que factores como la planificación inadecuada y la falta de consideración del entorno natural pueden llevar a desastres recurrentes.

En conclusión, la reciente dana no sólo ha sido un evento climático, sino una llamada a la acción para rediseñar nuestras estrategias y prácticas de urbanismo, garantizando que el futuro desarrollo de Valencia y su área metropolitana sea sostenible y consciente de los peligros del cambio climático.