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El Monstruo de Medog: La Catalizadora de Tensión Geopolítica en Asia

2025-01-12

Autor: Francisco

La presa de las Tres Gargantas, una obra maestra de ingeniería situada en el corazón de China, ha sido durante años la estructura hidroeléctrica más grande del mundo. Con una impresionante altura de 181 metros y una longitud de 2,335 metros, esta monumental presa, inaugurada en 2012, no solo controla las impredecibles inundaciones del Yangtsé, sino que también representa una capacidad energética instalada de 22,500 megavatios, superando por mucho a las 1,300 centrales hidroeléctricas que tiene España. Sin embargo, este monumental proyecto no estuvo exento de un alto costo humano, ya que 1.4 millones de personas fueron desplazadas, mientras 114 poblados y 1,680 aldeas fueron sumergidas bajo sus aguas.

Ahora, trece años después de su inauguración, el mundo se prepara para lo que podría ser una nueva era de competencia energética y dominación territorial, ya que China ha revelado planes para construir la presa de Medog en la región autónoma del Tíbet. Este ambicioso proyecto levantará un coloso sobre el río Yarlung Tsangpo, conocido en otras partes del mundo como el Brahmaputra. El río, que cuenta con el apodo de 'el Everest de los ríos', es famoso por su abrupto desnivel; en un segmento de solo 50 kilómetros, las aguas caen 2,000 metros, lo que lo convierte en un lugar idóneo para la generación de energía. Se estima que la futura central hidroeléctrica podría tener una capacidad instalada superior a los 60,000 megavatios.

Sin embargo, este megaproyecto no solo tiene implicaciones para el suministro interno de China. También ha encendido alarmas en India y Bangladesh, que dependen del río para su sobrevivencia. India, aquejada de escasez de agua, considera el control de China sobre el Brahmaputra como una amenaza directa a su seguridad nacional. Las tensiones aumentan ya que India ha prometido responder con la construcción de su propia presa hidroeléctrica en Arunachal Pradesh, que tendría una capacidad de 10,000 megavatios. Esto podría exacerbar aún más la ya crítica situación hídricas en la región.

Lo que realmente pone a los países vecinos en alerta es el potencial - y ya comprobado - de que los proyectos hidroeléctricos chinos alteren el flujo del agua, tal como ha ocurrido con las represas en el sudeste asiático que han ocasionado sequías severas. En 2019, a pesar de una temporada de lluvias récord, las represas chinas retuvieron la mayoría del agua, afectando a Laos, Tailandia y Vietnam.

Además de ser un hito de ingeniería, la presa de Medog también es vista como una herramienta de control territorial. La región de Arunachal Pradesh, considerada por Pekín como 'Tíbet del Sur', ha visto un aumento en la construcción de infraestructura china, lo que podría dar a China ventaja en futuras negociaciones fronterizas con India. Informes del Pentágono sugieren que Beijing está 'poblado' este territorio en disputa para legitimar su control.

Diplomáticamente, la situación se complica aún más. China ha aprovechado las tensiones de India con Bangladesh, ofreciendo asistencia en proyectos hídricos, mientras que cobra a India por datos sobre los flujos del Brahmaputra.

La construcción de la presa de Medog, sin embargo, no solo genera discusiones sobre el control de recursos hídricos; también plantea serios riesgos geológicos. Ubicada en la zona sísmicamente activa del sureste del Tíbet, donde las placas tectónicas se encuentran, cualquier error en dicha construcción podría tener consecuencias desastrosas no solo para China, sino también para los países vecinos.

Recientemente, un terremoto de magnitud 7.1 que sacudió el Tíbet ha resaltado la vulnerabilidad de la región, recordando a todos que la ambición por controlar los recursos naturales viene acompañada de una sorprendente fragilidad.

Así que la pregunta queda en el aire: ¿está el mundo al borde de un conflicto hídrico en Asia? Las cartas están sobre la mesa, y los próximos movimientos de las potencias podrían cambiar la geopolítica del continente para siempre.