Un impactante libro escrito en 1795 se erige como una sombría advertencia del devastador peligro que acechaba a los habitantes de la Comunidad Valenciana. Tristemente, esta profecía se confirmó la pasada semana con las inundaciones provocadas por la DANA, que han dejado a su paso un saldo trágico de 223 muertos y decenas de desaparecidos. La mayoría de las víctimas se concentraron en el famoso barranco del Poyo, un lugar bien conocido por los expertos en gestión de riesgo de inundaciones, incluida la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ).

Desde el 2009, la CHJ advirtió sobre esta amenaza y redactó un ‘Proyecto de adecuación ambiental y drenaje de la cuenca del Poyo’, dividiéndolo en siete partes, conscientes del alto riesgo que representa. Sin embargo, a pesar de sus constantes reclamaciones, la situación no ha mejorado. En un reciente informe sobre el Plan de Gestión del Riesgo de Inundaciones (2022-2027), se indicaba que los trabajos para desviar parte del agua del barranco hacia el nuevo cauce del río Turia deberían iniciar en 2022, pero los avances han sido limitados. Como bien señala el informe, “El régimen torrencial de lluvias en la cuenca del Poyo, sumado a su alto grado de urbanización, incrementa significativamente el riesgo de inundaciones.”

Lo que hace aún más alarmante esta situación es que estos estudios ya preveían el área como de alto riesgo, tal y como lo anunció el botánico y científico Cavanilles hace más de 250 años. A pesar de ello, los responsables no tomaron medidas efectivas en su momento, ni parecen hacerlo ahora. El fenómeno de inundaciones en el barranco del Poyo no es nuevo, con un notable récord de 67 crecidas documentadas en el Catálogo Nacional de Inundaciones Históricas, pero ninguna tan devastadora como la actual.

Cavanilles, en su momento, describió el barranco del Poyo con estas palabras: “Siguiendo hacia el sur desde Alacuás, como a un cuarto de legua, atraviesa el barranco, que empieza en las montañas de Buñol…” Su advertencia fue clara y precisa; sin embargo, los efectos de la DANA muestran que ningún remedio ha sido implementado a lo largo de los años.

Lo trágico es que lugares como Paiporta, Alfafar o Picaña, que soportaron el embate del agua con furia, no fueron aquellos que recibieron las mayores lluvias. Sin embargo, ya habían sido identificados como zonas con un alto potencial de inundación en la 'Historia Natural del Reyno de Valencia' hace más de 200 años.

El investigador Félix Francés, del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la Universidad Politécnica de Valencia, explica que el problema radica en el barranco del Poyo. A pesar de que su cauce suele lucir seco, como señalara Cavanilles en 1775, al recibir el torrencial de la DANA, se convirtió nuevamente en un caudal que arrastró todo a su paso. Tristemente, esta catástrofe ha elevado el número de muertes a niveles alarmantes, aunque los registros históricos no proporcionaron cifras en su época.

La lección es clara: ignorar las advertencias del pasado puede tener consecuencias devastadoras en el presente. Con esta situación aún reciente, urge que se tomen las medidas correctas para evitar que la historia se repita. ¿Estamos realmente preparados para enfrentar tales desastres en el futuro? ¡Esta es una cuestión que todos debemos hacernos ahora!