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El helado que se derrite en un Beirut en ruinas

2024-10-04

En medio del caos y la devastación, Beirut está experimentando una transformación dolorosa. Mientras el ejército israelí ataca principalmente Dahiye, bastión de Hezbolá en el sur, los bombardeos han comenzado a alcanzar el corazón de la ciudad. Las narrativas que emergen describen un paisaje fantasmal: calles que solían estar llenas de vida ahora se encuentran desiertas, un eco de lo que fue, marcado por el sonido distante de motores, el bullicio de los comerciantes y el ruido vital de sus habitantes. Se pueden oír las alarmas de las ambulancias y los gritos desesperados de quienes han perdido a sus seres queridos en esta pesadilla. La comunidad se enfrenta a la ineludible realidad de ver cómo sus vidas se desmoronan, con un silencio que lentamente lo cubre todo, dejando sólo escombros y un polvo que se eleva en la atmósfera, simbolizando la tragedia.

La memoria colectiva de Beirut también revive a través de la fotografía. Pocos meses después de finalizar la cruel guerra civil que arrasó el país desde 1975, responsables de Éditions du Cyprès de Burdeos enviaron a un grupo de seis fotógrafos a captar la esencia de una ciudad en ruinas. Durante noviembre y diciembre de 1991, nombres icónicos como Gabriele Basilico y Robert Frank llegaron al centro de Beirut, cada uno con su singular estilo, para documentar un doloroso capítulo de la historia de este país.

El libro 'Beyrouth Centre Ville' emerge como un documento conmovedor que retrata esos momentos oscuros. Las imágenes están impregnadas de un sufrimiento que resuena cada día con la cobertura de conflictos en Ucrania o Gaza, pero en este caso, se centran en los estragos de una capital del Oriente Medio. Beirut, que había florecido a partir del siglo XIX, ahora muestra calles abandonadas y edificios destrozados, donde el silencio es aplastante. A medida que miramos esas fotografías, sentimos un fuerte contraste con el bullicio que alguna vez caracterizó al centro de la ciudad, lo que intensifica el dolor de la pérdida.

Edward W. Said, un influyente crítico literario y defensor de la causa palestina, comparte en su libro 'Fuera de lugar' cómo en su infancia, su padre lo llevaba a Beirut para hacer compras. Recuerda cómo solían detenerse en el café Automatique, donde él disfrutaba rápidamente de un cucurucho de helado, un pequeño placer en un mundo que se desmoronaba. Este símbolo de la normalidad se ha desvanecido, dejando a los libaneses con el eco de un pasado vibrante, ahora marcado por la tristeza y la lucha por la supervivencia.