Después de 24 años orbitando la Tierra, la Estación Espacial Internacional (EEI) se prepara para su lontano final. Según un informe revelador publicado por Science Focus, la NASA ha otorgado un contrato de 1.000 millones de dólares a SpaceX, la empresa aeroespacial de Elon Musk, para llevar a cabo esta monumental tarea.

Elon Musk, conocido por sus innovaciones en tecnología y ambiciosos proyectos como Starlink y el desarrollo de videojuegos con inteligencia artificial, ahora tiene en su agenda nada menos que destruir la EEI. Este audaz plan se ha confirmado a través de filtraciones que sugieren que SpaceX diseñará un remolque que se acoplará a la estación y luego la lanzará a la atmósfera para su destrucción controlada.

La operación especial comenzará en 2026, cuando los controladores de la misión permitirán que la EEI descienda de forma natural de su actual órbita de 400 kilómetros, hasta 320 kilómetros. Los últimos astronautas abandonarán la estación unos meses antes de que se complete la misión. Una vez vacía, la EEI hará un descenso a 280 kilómetros, donde el remolcador de SpaceX la llevará a 220 kilómetros, específicamente al remoto Point Nemo, conocido como el "cementerio de naves espaciales".

Este lugar ha sido designado por su lejanía del tráfico marítimo, y se espera que la atmósfera se encargue de desintegrar la mayor parte de la estación, aunque algunos componentes puedan caer al océano.

Sin embargo, el proceso no está exento de preocupaciones. La NASA ha alertado sobre la posible supervivencia de materiales tóxicos y radiactivos, como la hidracina, que podría filtrarse al océano durante la reentrada, despertando la alarma de grupos ecologistas.

La EEI, que ha sido un símbolo de colaboración internacional en la ciencia espacial, ha ido mostrando su edad. Informes recientes indican que alrededor del 80% de los sistemas rusos en la estación han superado su vida útil, lo que ha llevado a la aparición de grietas y fugas de aire preocupantes.

Mientras que Rusia ha prometido mantener su parte de la EEI en funcionamiento hasta 2028, la tensión geopolítica, especialmente tras la invasión de Ucrania, ha complicado la cooperación internacional en el espacio. Los expertos insisten en la necesidad de retirar y destruir la EEI antes de que se convierta en un peligro debido a la acumulación de desechos espaciales.

John Crassidis, experto en desechos espaciales, ha advertido sobre el "Síndrome de Kessler", una catástrofe en cadena donde los satélites pueden desintegrarse y crear aún más desechos, amenazando a la infraestructura espacial crítica que abarca desde satélites meteorológicos hasta de comunicaciones.

Así que, mientras el mundo observa la inminente destrucción de la Estación Espacial Internacional, queda la pregunta: ¿qué futuro le espera a la investigación espacial y cómo evolucionarán las relaciones internacionales en la exploración del cosmos?