La jefa de seguridad nacional de Estados Unidos, Liz Sherwood-Randall, ha alertado que el saldo de víctimas del huracán Helene podría ascender a 600 personas. En una conmovedora declaración, Sherwood-Randall indicó a los medios de comunicación este lunes que hay al menos 600 personas reportadas como desaparecidas en el sureste del país, lo que pinta un escenario alarmante tras las devastadoras inundaciones que dejó el fenómeno.

Helene, que tocó tierra el jueves por la noche como un poderoso huracán de categoría 4 en el norte de Florida, alcanzó vientos de hasta 225 kilómetros por hora (140 millas por hora). A medida que se debilitó, la tormenta atravesó Georgia y se movió hacia las Carolinas y Tennessee, donde las lluvias intensas provocaron que ríos y arroyos se desbordaran, causando caos y devastación en varias localidades.

El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, expresó su preocupación por el incremento esperado en el número de víctimas a medida que los rescatistas logran acceder a áreas que han quedado aisladas. Los expertos en emergencia han señalado que las malas condiciones de las carreteras y la infraestructura dañada complican enormemente las labores de búsqueda y rescate. Sherwood-Randall enfatizó que el recuento de desaparecidos podría aumentar, sugiriendo que algunas de estas personas podrían no haber sobrevivido al desastre.

El esfuerzo de los funcionarios y grupos de ayuda se centra en proporcionar asistencia básica a las comunidades afectadas, con suministros transportados por vía aérea, camioneta y mula al popular centro turístico de Asheville y sus áreas montañosas circundantes. Las imágenes de la devastación están conmoviendo al país y los efectivos de rescate están trabajando sin descanso mientras la esperanza de encontrar a más sobrevivientes se desvanece. La comunidad internacional ha comenzado a ofrecer apoyo, sumándose a las oraciones y pensamientos que tanto necesita la región en este difícil momento.

El huracán Helene no solo ha dejado un rastro de muerte y destrucción, sino que también ha resaltado la vulnerabilidad de diversas poblaciones en el sureste estadounidense, subrayando la necesidad urgente de una mejor preparación ante desastres naturales en el futuro.