Durante años hemos creído que el ADN es la clave de la esencia de toda vida, pero la evidencia científica sugiere que esta noción podría estar sobrevalorada. Y esto, sorprendentemente, también podría aplicarse al mundo del fútbol.

El ADN se puede considerar como un manual de instrucciones que determina lo que puede suceder dentro de una célula. Sin embargo, el verdadero trabajo lo realizan las proteínas; y el director de orquesta que decide cómo y cuándo se produce cada proteína no es el ADN, sino el ARN.

Recordemos cómo opera este proceso: nuestros genes están almacenados en el ADN. Cuando un gen se activa, genera ARN. Este ARN luego se utiliza para producir proteínas. Pero, ¿qué determina si un gen se activa o no? La respuesta es el entorno donde se encuentra.

Imaginemos a dos gemelos con el mismo ADN. Si viven en lugares diferentes, tienen diversos hábitos alimenticios o se relacionan con distintas personas, pueden terminar siendo individuos muy distintos. Aunque la partitura esté igual, el rendimiento de los "músicos" en el cuerpo humano –es decir, las proteínas– dependerá de cómo el ARN interprete esa partitura, influenciado por el entorno.

Un indicador de la creciente importancia del ARN en la biología moderna es que los dos últimos premios Nobel de Medicina han sido otorgados a investigaciones que implican ARN: las vacunas de ARN mensajero contra la covid en 2021 y el estudio de microARN que regulan la producción de proteínas en 2022. La biología está experimentando una verdadera revolución del ARN, reconociendo que el ADN no es suficiente para entender la complejidad de la vida.

Ahora, si llevamos este concepto al mundo del fútbol, podemos ver que las proteínas equivalen a los jugadores, mientras que los entrenadores juegan el papel del ARN. Y el ADN del Barça, ¿qué significaría en este contexto? Sería el conjunto de conocimientos y habilidades que se enseñan en La Masía, esencial pero no suficiente para alcanzar el éxito en el campo.

La clave para entender al Barça contemporáneo radica en su capacidad de adaptación. Los entrenadores (ARN) deben reaccionar al contexto del juego, al rendimiento de los demás equipos. Si los oponentes corren 120 kilómetros, el Barça tiene que esforzarse y correr 126. Este dinamismo, tanto en biología como en fútbol, permite evolucionar de manera más ágil que a través de las rígidas instrucciones del ADN.

A medida que el fútbol evoluciona, también debemos considerar cómo estos nuevos entendimientos científicos podrían influir en las estrategias y tácticas de los equipos. ¿Estará el FC Barcelona preparado para aprovechar esta nueva era de cambio y adaptabilidad? La historia se está escribiendo, y con ella surge la pregunta: ¿Quién será el próximo en recibir el galardón de Hansi Flick, un verdadero innovador en el deporte? ¡No te lo pierdas!