En un sorprendente giro de eventos, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha añadido a Tencent, el gigante del entretenimiento, y a CATL, el mayor fabricante de baterías del mundo, a su lista de 'empresas militares chinas'. Aunque ninguna de estas compañías se considera, en esencia, una entidad militar, este movimiento refleja el creciente clima de tensión entre las dos potencias.

Este anuncio se produce en un contexto crítico, ya que China ha estado considerando implementar controles sobre la exportación de tecnología relacionada con baterías para automóviles, una estrategia que podría tener repercusiones directas en Washington. La inclusión de Tencent y CATL en esta lista pone de manifiesto cómo EE.UU. está intensificando su enfoque en contrarrestar lo que percibe como una fusión peligrosa entre los sectores civil y militar en China, un aspecto fundamental de la estrategia del Ejército Popular de Liberación (EPL).

El Pentágono argumenta que esta lista, respaldada por la Ley de Autorización de Defensa Nacional, tiene como objetivo exponer y desactivar la influencia militar que puede estar surgiendo de empresas civiles. Aunque las mencionadas empresas no enfrentan, de forma inmediata, sanciones comerciales directas, su inclusión podría perjudicar gravemente su reputación internacional y sus oportunidades de negocio.

Ya se ha visto que otras compañías, como DJI, han intentado combatir estas designaciones. DJI, famoso por sus drones, ha tenido que airear sus motivos en los tribunales después de ser nombrado en esta lista, lo que ilustra los desafíos que enfrentan las empresas chinas en el escenario global tras la presión estadounidense.

Además, el caso de Xiaomi, que previamente fue incluido en esta lista bajo la administración de Donald Trump, resalta el camino tortuoso que deben atravesar estas compañías. Después de presentar una demanda, Xiaomi logró salir de la lista bajo la presidencia de Joe Biden, un ejemplo de cómo la situación puede revertirse con acciones legales.

Tanto Tencent como CATL han calificado la decisión de EE.UU. como un 'error', y han expresado su disposición para colaborar con el Departamento de Defensa para aclarar malentendidos. Este desarrollo abre un nuevo capítulo en la guerra tecnológica y comercial entre Estados Unidos y China, donde la batalla por la dominación tecnológica continúa intensificándose. ¿Qué significará esto para el futuro de las relaciones comerciales entre ambos países y para las empresas favorecidas por el avance tecnológico? Las respuestas son inciertas, pero el drama apenas comienza.