En un escalofriante juicio en Aviñón, Dominique Pelicot, de 71 años, ha acaparado la atención del público al confesar: "Soy un violador, como todos los que están en esta sala. Todos lo sabían, no pueden decir lo contrario". Estas perturbadoras palabras fueron escuchadas este martes, cuando se reanudó el proceso judicial en su contra por una de las acusaciones más horrendas de los últimos tiempos.

Pelicot es acusado de haber drogado a su esposa, Gisèle, durante una década, permitiendo que decenas de hombres la violaran. En su comparecencia, afirmó haber "reconocido los hechos en su totalidad". Visiblemente afectado, intentó justificar sus acciones haciendo alusión a su propia infancia, llorando al recordar supuestos abusos que sufrió a la edad de 9 años y una violación que presenció a los 14.

Sin embargo, Gisèle, quien ha estado casada con Pelicot durante 50 años, rompió su silencio este mismo día en el juicio. Declaró que nunca imaginó que su esposo podría ser capaz de tales atrocidades y que siempre confió profundamente en él, indicando: "Durante cincuenta años viví con un hombre del que no imaginaba que pudiera cometer estos actos de violación. Él es consciente de esos actos, pero yo nunca dudé de este hombre ni un solo segundo. Tenía plena confianza en él".

Este caso ha puesto de relieve no solo la traición a la confianza dentro del matrimonio, sino también la necesidad urgentemente de reformas en cómo se manejan estos tipos de casos de abuso prolongado. Mientras el proceso avanza, muchos se preguntan cómo es posible que tales atrocidades hayan podido ocurrir sin ser detectadas durante tanto tiempo. La sociedad está clamando por justicia, y las redes sociales están inundadas de comentarios de indignación y apoyo hacia las víctimas. ¿Qué justicia encontrará Gisèle en medio de esta devastadora revelación? La trama se complica y el juicio sigue siendo vigilado de cerca por aquellos que buscan respuestas.