La rambla del Poyo se ha convertido en la zona cero del desastre provocado por la DANA en Paiporta. Allí, el agua se desbordó arrastrando todo a su paso, dejando un rastro de destrucción que ha sorprendido a todos.

Los residentes, junto con voluntarios y cuerpos de emergencia, continúan trabajando arduamente para restaurar la normalidad, pero los daños son enormes. En cuestión de minutos, todo un pueblo quedó cubierto por barro y escombros, una imagen que ha sido capturada desde drones, mostrando la devastación desde el aire.

La situación fue crítica. En menos de 30 minutos, el agua arrasó la calle Catarroja y otras zonas, surgiendo una escena de desolación que recuerda a una guerra: vehículos sepultados, casas sin fachada y calles intransitables. Edificios que antes eran refugio se han convertido en monumentos a la tragedia.

En medio de la calamidad, la solidaridad se ha manifestado de maneras inspiradoras. Se han visto pancartas de agradecimiento a los voluntarios que se han unido para ayudar a limpiar el desastre. Maquinaria pesada trabaja incansablemente, mientras que vecinos armados con escobas y palas luchan contra el lodo que cubre sus hogares y calles. Sin embargo, la falta de recursos y el gran volumen de escombros hacen que el trabajo sea monumental.

Alfafar, vecino de Paiporta, también sufre las consecuencias de esta tragedia. Los escombros se amontonan y las imágenes aéreas demuestran que aún queda mucho por hacer. En Benetússer, la comunidad sigue unida, sin rendirse, ya que todos buscan deshacerse de la pesada carga que resulta de esta catástrofe.

Se estima que el costo de la recuperación será inmenso, y la necesidad de ayuda es crucial. Las instituciones han comenzado a organizar campañas de donaciones, e incluso algunos artistas locales han ofrecido conciertos benéficos, buscando generar conciencia y recursos para los afectados.

Esta tragedia no solo afecta a Paiporta y Alfafar, sino a toda la comunidad de l'Horta Sud, que se une para levantarse en estos momentos difíciles. Las imágenes del desastre nos recuerdan la vulnerabilidad ante fenómenos naturales, pero también la fuerza de la comunidad ante la adversidad.