La angustia se apodera de los vecinos de Valencia tras más de una semana enfrentando las devastadoras consecuencias de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha dejado a su paso un rastro de pérdida y desolación.

Salvador, un residente del barranco del Poyo, enfrenta una de las situaciones más críticas de su vida. Su hogar, que fue su refugio y su historia, ha quedado completamente inundado, provocando que las autoridades le ordenen el desalojo. Ahora su futuro es incierto. 'No sé si podré regresar', confiesa Salvador, mientras observa con tristeza cómo su vida se desmorona ante sus ojos.

David Arias, un arquitecto que ha estado evaluando los daños en la zona, advierte de los peligros que implica permanecer en viviendas afectadas, a pesar de que la planta superior de la casa de Salvador se mantiene en pie. 'La estructura de la vivienda ha sido comprometida', dice Arias. 'Es mejor que no regrese hasta que se realicen las evaluaciones necesarias'.

Las autoridades locales han intensificado sus esfuerzos de limpieza y rescate, pero la sensación es que la situación está lejos de resolverse. Muchos como Salvador enfrentan el dilema de lo que significa regresar a casa o arriesgarse a que sus hogares sean demolidos. La comunidad está unida en la búsqueda de soluciones, pero el miedo y la incertidumbre son constantes.

Los próximos días serán cruciales para determinar el futuro de muchos hogares en Valencia. Se necesitan donaciones y apoyo para ayudar a las víctimas de esta catástrofe natural. ¿Qué más se podrá hacer para salvar no solo viviendas, sino también sueños y recuerdos? La tragedia parece no tener fin, pero la esperanza persiste entre quienes luchan por reconstruir sus vidas.