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¿Cuánto vale una vida? 223 muertes no son solo un ticket

2024-12-30

Autor: Antonio

La falta de empatía en un dirigente político no solo es reprochable, sino que plantea serias dudas sobre su capacidad para gobernar. Esto se ha hecho evidente con las recientes declaraciones de Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP) y de la oposición parlamentaria en España. En una reciente valoración sobre el año 2024, Feijóo respondió de manera insensible a la situación grave por la que atraviesan las víctimas de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha arrasado parte de la Comunidad Valenciana. La catástrofe ha dejado 223 muertos, decenas de heridos y centenares de damnificados, pero para Feijóo, lo más relevante parece ser un ticket de comida que un alto dirigente, Carlos Mazón, el presidente de la Generalitat Valenciana, se niega a hacer público.

Mazón ha justificado su presunta comida en el restaurante El Ventorro durante los momentos críticos de la inundación, afirmando que fue un encuentro con una periodista y que, por ello, no existe un registro oficial sobre dicha comida. Sin embargo, esta explicación no hace más que profundizar la sombra de sospecha sobre su liderazgo y su responsabilidad en la gestión de la crisis, ya que se le acusa de actuar con desinterés en uno de los momentos más críticos para su comunidad.

En lugar de mostrar un mínimo de compasión y exigir transparencia a su compañero de partido, Feijóo se ha mostrado reacio a bajar al barro, prefiriendo ignorar la necesidad de esclarecer la conducta de Mazón en lo que muchos consideran una falta de previsión y acción adecuadas.

La tragedia que ha golpeado a la Comunidad Valenciana pone en evidencia la importancia de la rendición de cuentas en la política. Feijóo debería tener claro que los ciudadanos e incluso sus propios votantes necesitan saber qué sucedió durante esos momentos críticos y si las autoridades estaban ocupadas en tareas más bien triviales. La falta de respuesta de ambos líderes pone en entredicho sus capacidades para gestionar situaciones de crisis y proteger a la ciudadanía.

Si algo hemos aprendido con desastres como este es que la transparencia y la información oportuna son herramientas vitales en la gestión del riesgo y en la prevención de futuras tragedias. Por lo tanto, la pregunta que muchos se hacen es: ¿Cuánto vale una vida? Las 223 muertes no pueden ser tratadas como un mero incidente más que se puede ignorar, ni reducidas a un ticket que se niega a ser revelado. El pueblo valenciano merece respuestas claras y acción decidida frente a la corrupción y la indolencia de quienes deberían protegerlo.