El martes, miles de cristianos se unieron en protestas masivas en los barrios de Damasco, expresando su fuerte indignación y temor por la reciente quema de un árbol de Navidad en Suqaylabiyah, una localidad de mayoría cristiana. Esta manifestación se produce en un contexto de creciente sectarismo e inseguridad para las minorías religiosas en Siria.

"Exigimos derechos, exigimos respeto", gritaban los manifestantes mientras marchaban hacia la sede del Patriarcado Ortodoxo de Antioquía, el corazón de la comunidad cristiana en el país, ubicado en el histórico barrio de Bab Charqi.

Los protestantes llegaron de manera espontánea, reflejando la preocupación profunda de una comunidad que ha sentido la presión y la violencia tras la reciente caída del presidente Bashar al Asad, quien había sido visto como un protector de los derechos de las minorías en un país donde la mayoría es suní.

Georges, un manifestante que habló con los reporteros, describió la situación alarmante: "Hay un aumento del sectarismo y la injusticia contra nosotros. Nos están tratando como si fueran ‘casos aislados’. Si no podemos vivir nuestra fe aquí, entonces ya no pertenecemos a este lugar". Este sentimiento resonó fuertemente entre los asistentes, muchos de los cuales portaban cruces de madera y ondeaban la bandera siria de independencia, símbolo de unidad y resistencia.

Las manifestaciones fueron desencadenadas por la difusión de un video en redes sociales que muestra a combatientes encapuchados del grupo yihadista Ansar al Tawhid quemando el árbol de Navidad, un acto que ha sido visto como un ataque directo a las tradiciones cristianas. El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos identificó a esos combatientes como extranjeros, enfatizando la creciente influencia de grupos yihadistas en la región.

Además, otro video que se volvió viral presenta a un líder religioso del grupo islamista radical Hayat Tahrir al Sham, que actualmente ejerce influencia en la región, afirmando que los responsables de este acto no eran oriundos de Siria y que enfrentarían consecuencias. Sin embargo, muchos en la comunidad cristiana se sienten inseguros y cuestionan la sinceridad de tales declaraciones, temiendo nuevas represalias.

La situación actual es tensa y muchos líderes comunitarios están pidiendo a la comunidad internacional que brinde apoyo y protección a los cristianos en Siria, quienes han experimentado décadas de violencia y persecución. El futuro de estas comunidades ahora pende de un hilo, mientras la lucha por sus derechos continúa en un ambiente de creciente incertidumbre.