En medio del desolador contexto que atraviesa Líbano tras los recientes bombardeos masivos por parte de Israel, el gobierno libanés ha activado un plan nacional de emergencia. Este plan busca asistir a la creciente ola de desplazados, que ya suma miles de personas, provenientes principalmente de las localidades del sur y este del país. Hasta el momento, se han reportado más de 274 muertos y más de 1.000 heridos, cifra que incluye al menos 21 niños y a dos profesionales de la salud, según declaraciones del Ministerio de Sanidad libanés.

Los ataques israelíes, considerados los más letales desde el final de la guerra civil en 1990, han llevado a las autoridades a cerrar todos los centros educativos en las zonas afectadas. El plan de emergencia incluye medidas como la coordinación para abrir refugios, que abarcarán escuelas y otros centros públicos, para acoger a las víctimas de los ataques.

Este incremento en la violencia coincide con un pronunciamiento del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien justificó los ataques afirmando que eran necesarios para neutralizar una amenaza de cohetes potenciales lanzados por Hezboláh contra civiles israelíes. Netanyahu declaró: 'No esperamos una amenaza, la anticipamos', reafirmando la intención de su gobierno de cambiar el equilibrio de poder en la región.

Por su parte, la misión de paz de la ONU en Líbano, FINUL, ha instado a una reducción inmediata de la violencia y advirtió que los ataques a la población civil podrían constituir crímenes de guerra. En una declaración formal, indicaron: 'Es imperativo que las partes involucradas prioricen la vida de los civiles y busquen soluciones diplomáticas al conflicto'.

Mientras tanto, el número de desplazados continúa aumentando, con reportes de un notable éxodo hacia el Monte Líbano, así como hacia Beirut y varias localidades en el norte, como Akkar. Según la Agencia Nacional de Noticias libanesa, estas regiones están recibiendo grandes cantidades de población que huyen del conflicto en el sur.

La situación en Gaza también se agrava, con más de 41.400 muertes reportadas desde el inicio de la ofensiva israelí el pasado 7 de octubre. Este entorno de violencia intensificada ha llevado a varias naciones árabes, incluido Egipto, a solicitar la intervención de la comunidad internacional para evitar una guerra regional que podría resultar catastrófica no solo para Líbano, sino para todo Oriente Medio.

Ante este escenario caótico, el impacto humanitario se vuelve cada vez más incierto. Miles de familias se enfrentan a la falta de alimentos y refugio, mientras que las organizaciones internacionales de ayuda luchan por brindar asistencia en medio de la creciente violencia y los ataques aéreos. La comunidad internacional observa con creciente preocupación, sabiendo que cualquier nueva escalada podría tener consecuencias catastróficas a largo plazo en la región.

En resumen, Líbano está en un punto crítico, donde el incremento de los bombardeos y la crisis humanitaria requieren atención urgente para prevenir una catástrofe mayor.