Este miércoles, Abbas Osmán llegó a la escuela Mounir Abu Asli en Zahle, capital del Gobernorado de la Bekaa. Con su chándal raído y la vieja camiseta con la que había ido a hacer la compra en el mercado de Baalbek, este libanés de 55 años había escapado horas antes de la histórica ciudad del este de Líbano, que hasta ahora albergaba a más de 82.000 personas. La evacuación fue ordenada directamente por el ejército israelí, que instó a la población a abandonar la región de inmediato, como lo anunció su portavoz en árabe a través de las redes sociales. La orden de evacuación marcó un hito, siendo la más masiva desde el inicio de la ofensiva israelí en Líbano el pasado 1 de octubre.

A pesar de los esfuerzos diplomáticos, la situación se intensificó. Horas después de que Amos Hochstein, enviado especial del presidente estadounidense Joe Biden, llegara a Tel Aviv buscando un alto el fuego, Israel reanudó sus bombardeos en el sur de Beirut. El primer ministro libanés en funciones, Nayib Mikati, expresó cierto optimismo cauteloso sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo, pero el cielo de Beirut pronto se iluminó con explosiones nuevamente.

Entre las 2 y las 4 de la mañana de este viernes, se reportaron densas columnas de humo elevándose de barrios considerados bastiones de Hezbolá, el partido-milicia chií. A la vez, los drones israelíes volaban en las cercanías, generando una atmósfera de constante tensión, incluso en áreas no directamente impactadas por los bombardeos.

La situación es dramática. Según el Ministerio de Salud libanés, desde el inicio del conflicto desatado a raíz de la guerra de Gaza en octubre de 2023, se han reportado casi 2.900 muertes y más de 13.000 heridos, muchos de ellos en los ataques recientes de Israel.

La agencia nacional de noticias de Líbano reportó que varios cazas israelíes llevaron a cabo intensos bombardeos, causando destrucción masiva en barrios como Ghobeiry y Kafaat. Las estructuras de emergencia se han visto abrumadas, ya que los hospitales luchan por hacer frente a la creciente afluencia de heridos.

Por otra parte, el conflicto en torno a Gaza sigue causando estragos. Arabia Saudí ha calificado de “genocidio” el asedio militar israelí en Gaza, donde han fallecido más de 43.000 palestinos desde el inicio de la ofensiva, según el Ministerio de Salud de la franja. En este contexto, se intensifican los llamados a la creación de un Estado palestino independiente.

A medida que se suceden los ataques, los líderes internacionales instan a que se alcance un alto el fuego, lo que podría implicar un periodo de transición en la región, pero el futuro sigue siendo incierto. En este complejo juego de poder y resistencia, la situación humanitaria se deteriora rápidamente, con numerosas familias desplazadas y los servicios esenciales gravemente afectados.

¿Podrá la comunidad internacional lograr un alto el fuego significativo? ¿O continuaremos viendo una escalada que solo agrava la tragedia humana en la región? La presión aumenta y la esperanza parece desvanecerse en medio de la incertidumbre. A medida que el conflicto continúa, el tiempo corre para millones de personas atrapadas en el fuego cruzado.