Israel ha declarado un estado de alerta máxima en respuesta a la noticia de la supuesta muerte de Hasan Nasralá, el líder de Hezbolá, tras un intenso ataque aéreo israelí dirigido a sus posiciones en Beirut. Este ataque, que se produjo el pasado viernes, dejó a seis personas muertas y 91 heridas, según informes locales. "Esperamos que esto modifique las operaciones de Hezbolá", afirmó el teniente coronel Nadav Shoshani, destacando la persistencia de los ataques contra Israel por parte del grupo libanés durante el último año.

Hasta el momento, las fuerzas israelíes han interceptado múltiples misiles lanzados desde Líbano, algunos dirigidos hacia regiones como HaAmakim y Galilea. La tensión ha llegado a tal punto que cientos de residentes en Dahiye, un barrio del sur de Beirut, han optado por pasar la noche en las calles, temerosos de los bombardeos continuos.

El ataque del viernes fue una de las operaciones más intensas contra Hezbolá, cuya existencia y liderazgo se han visto amenazados en las últimas semanas. Las fuerzas israelíes señalaron que el ataque se dirigió al cuartel general de Hezbolá, ubicado a menudo en zonas residenciales, complicando así la situación cautivos de civiles. A su vez, las autoridades israelíes han prometido continuar con su campaña militar hasta que se considere que Hezbolá ha sido debilitado significativamente.

Según informaciones recientes, las fuerzas estadounidenses también están evaluando sus efectivos en la región como parte de los esfuerzos para prevenir una escalada mayor del conflicto. El presidente Joe Biden ha solicitado al Pentágono que implemente medidas pertinentes para garantizar la seguridad de los intereses estadounidenses en la zona.

Los bombardeos en Beirut y otras áreas del Líbano han tenido un efecto devastador, con miles de personas desplazadas y condiciones humanitarias rápidamente deterioradas. Organizaciones como Save the Children han reportado que cerca de 140,000 niños ya han sido desplazados, agravando una crisis humanitaria que afecta a toda la nación. Además, el número de víctimas en la región ha aumentado a más de 700 en solo unos días, lo que plantea preocupaciones sobre un posible exacerbamiento del conflicto.

La comunidad internacional observa con atención, ya que el pueblo libanés también zambulle en una crisis económica severa, compuesta por la falta de acceso a servicios básicos y la inestabilidad política. Mientras tanto, Hezbolá ha mantenido silencio sobre el estado de Nasralá, lo que ha generado especulaciones y tensiones adicionales en la región.

La situación sigue evolucionando, y se espera que las hostilidades continúen en medio de un marco volátil donde ambos lados se preparan para posibles escaladas en los enfrentamientos.