Este sábado, Berlín se convirtió en el escenario de una de las manifestaciones más grandes en defensa de la democracia y contra el ascenso de la ultraderecha. Decenas de miles de personas, organizadas por movimientos como Fridays for Future y Campact, se reunieron frente a la icónica Puerta de Brandeburgo, mostrando su rechazo no solo al partido Alternativa para Alemania (AfD), sino también a las tendencias populistas que amenazan con desestabilizar los valores democráticos en todo el mundo.

Los organizadores afirmaron que alrededor de 100.000 personas participaron en la protesta, aunque la Policía estima que la cifra real se encuentra entre 25.000 y 30.000. A pesar de la discrepancia en las cifras, lo que es indiscutible es la energía y la determinación de los asistentes, que inicialmente esperaban contar con solo 10.000 manifestantes.

La manifestación fue impulsada por la preocupación creciente por el resurgimiento de líderes y partidos de extrema derecha, así como por el peligro que representa el regreso de figuras como Donald Trump a la arena política estadounidense. Además, hay inquietud por la inminente formación de un gobierno en Austria que incluiría a la ultraderecha, un hecho que, según los expertos, podría sentar un peligroso precedente en Europa.

Con pancartas que decían “El odio no es una opinión” y “Queremos un futuro sin fascismo”, los manifestantes mostraron su unidad y su deseo de proteger la convivencia pacífica y la inclusión en la sociedad. Este evento no solo fue un llamado a la acción en Alemania, sino que resonó en todo el continente, poniendo en la mira la importancia de la participación cívica en tiempos de crisis política.

La movilización ha reavivado el debate sobre el papel de la ultraderecha en la política europea y ha llevado a muchos a preguntarse: ¿Qué pasará si no nos unimos para defender nuestros valores? La que está en juego es nada menos que la esencia de las democracias modernas.