Carlos López-Otín es uno de los científicos más destacados de España, reconocido mundialmente por sus aportaciones en el campo de la Bioquímica y Biología molecular. A lo largo de su carrera, ha realizado importantes investigaciones sobre el genoma humano, el envejecimiento y diversas enfermedades, incluyendo el cáncer. A pesar de sus numerosos logros, López-Otín reflexiona sobre la fragilidad del ser humano, tanto física como emocional, un tema central en su nuevo libro titulado *La levedad de las libélulas* (Paidós, 2024).

El libro no es solo un compendio de información; incluye códigos QR que permiten al lector experimentar visualmente lo que el autor describe a lo largo de sus capítulos. López-Otín se adentra en la noción de la salud en la actualidad, cuestionando si podemos separar la salud física de la mental o si son, en realidad, partes interconectadas de un mismo todo que merecen igual atención.

Reflexionando sobre su evolución personal, el científico admite que su perspectiva sobre la salud ha cambiado notablemente a lo largo de su carrera. Criado en un entorno de rigurosidad científica, llegó a comprender que la salud es mucho más que la ausencia de enfermedad. Una experiencia personal que lo llevó a explorar el concepto de salud más allá del ámbito físico fue un episodio de crisis emocional, que le hizo darse cuenta de que la salud incluye tanto el bienestar físico como el emocional.

Professor López-Otín menciona que ha encontrado inspiración en figuras históricas como Leonardo da Vinci y Hipócrates, quienes definieron la salud como un equilibrio y armonía entre las diversas partes del cuerpo. A través de su libro, se esfuerza por sintetizar estos conceptos ancestrales y conectarlos con la ciencia moderna.

Además, López-Otín introduce la idea de que la salud no solo es un asunto individual, sino que está íntimamente relacionada con la equidad social. Cita la obra *El pueblo en demanda de salud* de Diego Rivera, subrayando que el acceso a la salud debe ser un derecho para todos y no solo para unos pocos privilegiados.

El autor también se centra en cómo las enfermedades mentales y físicas afectan nuestro bienestar. Propone que el dolor físico no es más devastador que el emocional; un corazón roto puede causar un sufrimiento comparable al de un infarto. Por lo tanto, el lenguaje científico sobre la salud debería integrar también estos aspectos emocionales.

En su análisis sobre cómo se puede promover la salud en la vida moderna, López-Otín destaca varios puntos clave. Primero, menciona la alimentación, que considera fundamental para una vida saludable. Defiende que una dieta adecuada tiene el potencial de actuar como un elixir de salud y longevidad. Luego, subraya la importancia del ejercicio físico y la necesidad de mantener nuestros relojes biológicos en sincronía con el ritmo natural del cuerpo, evitando la exposición constante a la luz artificial que puede alterar nuestros ciclos de sueño.

Finalmente, el científico toca un tema preocupante: la toxicidad en nuestro entorno. Habla sobre los peligros de las sustancias químicas en el ambiente y cómo estas pueden afectar nuestra salud celular. Sin embargo, lo que más resalta es el impacto del comportamiento humano en nuestra salud y el estrés que genera. Asegura que es crucial reconocer y gestionar el estrés para evitar que se convierta en un factor que perjudique nuestra salud.

Pero, ¿cómo encaja el altruismo en todo esto? Según López-Otín, el altruismo tiene un impacto sorprendente en nuestra salud: mejora el sistema inmunitario. Afirma que las personas altruistas tienen respuestas inmunológicas significativamente más eficaces que las de aquellos que son egoístas. Esto refuerza la idea de que la felicidad no solo proviene del bienestar individual, sino también de contribuir al bienestar de los demás. A medida que navegamos por la complejidad de nuestras vidas modernas, el autor enfatiza la necesidad de buscar el equilibrio, la empatía y la conexión con los demás como claves para una vida más saludable y plena.