Ángel Cristo, en una emotiva entrevista en el programa '¡De viernes!', ha compartido su experiencia personal sobre la complicada relación que tiene con su madre, Bárbara Rey. Entre risas y lágrimas, recordó: "Mi madre me hizo capitán antes que soldado. Y llega un momento en el que te crees que eres general".

La controversia se intensificó tras la reciente publicación de unas fotos de su madre en una revista holandesa, donde aparece en situaciones muy cariñosas con el rey emérito, Juan Carlos I. Estas imágenes han desatado un aluvión de reacciones y nuevas filtraciones sobre su vida y su relación con la monarquía.

Durante la entrevista, Ángel no esquivó el tema de la ludopatía de Bárbara Rey, un problema que él describe como "inimaginable". Explicó que, aunque su madre ha hablado sobre su adicción al juego, nunca ha revelado la magnitud del problema: "No os hacéis una idea". La ludopatía ha afectado no solo la vida de Bárbara, sino también la de su familia. Ángel compartió su angustia al esperar por ella, sabiendo que sus retrasos casi siempre se asociaban a sus visitas al casino.

"Cuando llegaba tarde, normalmente era del casino, pero yo estaba preocupado y no dormía. Estaba celosa de mis novias, porque lo que pretendía es que yo la cuidase toda la vida", confesó Ángel, añadiendo que ha estado al lado de su madre "días y noches" tratando de protegerla.

La dinámica familiar ha sido intensa, y Ángel llegó a señalar: "Si mi madre o mi hermana quieren mentir al juez, adelante ellas. Yo no espero nada de ellas". Esto refleja el grado de tensión que ha inundado su vida, especialmente después de haber vendido las imágenes después de 30 años, un acto que no tomó a la ligera. "Siento vergüenza porque esta situación se haya dado, no me gusta que se haya expuesto todo esto, que el rey haya tenido que exponerse a todo esto, pero hay que contar la verdad", comentó.

La historia de Ángel Cristo no solo es un testimonio de su lucha personal, sino también un llamado a la atención sobre los efectos devastadores de la ludopatía, que pueden atravesar generaciones. Su valentía para compartir estos detalles nos recuerda que, detrás de las luces y el glamour del espectáculo, hay historias profundamente humanas que merecen ser escuchadas.