El Estadio de Balaídos, hogar del Celta de Vigo, es un ejemplo claro de cómo la naturaleza y el desarrollo urbano pueden entrelazarse de manera peligrosa. Su Grada de Río no lleva ese nombre por casualidad; justo debajo de sus estruendosos gritos de pasión futbolera se encuentra el cauce del río Lagares. Este hecho histórico se convierte en una deuda que la infraestructura moderna tiene que saldar con la seguridad de sus espectadores. La reciente catástrofe en Valencia provocada por la DANA ha dejado a muchos con la pregunta en la mente: ¿qué tan seguras son nuestras zonas habitadas y su infraestructura ante la furia del agua?

Sorprendentemente, Balaídos no es el único estadio en esta situación. Muchos recintos deportivos españoles, como El Molinón en Gijón, se encuentran en zonas inundables, expuestos a riesgos que van más allá de la mera anécdota. En Gijón, a solo 15 metros del estadio, el río Piles aumenta la vulnerabilidad de los aficionados y del propio recinto deportivo. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿por qué se permiten estos desarrollos tan cerca de cuerpos de agua?

El Estadio Anduva en Miranda de Ebro enfrenta un problema similar. Situado a escasos 90 metros de un río que ha marcado profundamente la historia de la ciudad, su proximidad resulta preocupante no solo para los partidos de fútbol, sino también para la comunidad que lo rodea. La zona inundable se extiende más allá del estadio, afectando a viviendas y empresas locales, convirtiéndolas en potenciales víctimas de futuras inundaciones.

No obstante, la situación no es exclusiva de estos estadios. En Murcia, por ejemplo, el Palacio de Deportes UCAM se encuentra peligrosamente cerca del río Segura, mientras que el Cartagonova en Cartagena limita con la Rambla de Benipila. Y no olvidemos la Ciudad Deportiva Dani Jarque, cuyo hogar del Espanyol femenino se halla a poco del Besós. Estos ejemplos ilustran que la vulnerabilidad es un problema extendido que desafía la seguridad de los eventos deportivos en múltiples ciudades.

Para tener una visión clara de esta problemática, se ha elaborado un mapa que detalla no solo los estadios de LaLiga, Liga F y ACB, sino también las zonas con riesgo de inundación en un periodo de 100 años. Al hacer zoom, los aficionados pueden averiguar cuál es la proximidad de sus equipos favoritos al peligro. Es alarmante ver cómo algunos estadios podrían ser anegados, mientras otros, como el Osasuna, sortean la vulnerabilidad al estar parcialmente alejados del río Sadar.

La pregunta sigue flotando en el aire: ¿Qué medidas están tomando las autoridades para mitigar estos riesgos? ¿Es suficiente la infraestructura actual ante la creciente amenaza del cambio climático? Con la experiencia de la reciente tragedia en Valencia aún fresca, es clave que se revisen las normativas urbanas y que se busquen soluciones para proteger tanto los estadios como a las comunidades que los rodean. La seguridad de nuestros espacios deportivos no es solo una cuestión de un partido, ¡es una cuestión de vida o muerte!