El planeta se encuentra en una crisis meteorológica sin precedentes, encadenando fenómenos extremos que tienen su sello en el cambio climático. Recientemente, lluvias torrenciales han devastado partes de la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, y estos eventos se están volviendo cada vez más intensos y frecuentes, gracias a un calentamiento global acelerado por la quema de combustibles fósiles.

António Guterres, Secretario General de la ONU, alertó hace un año que "la humanidad ha abierto las puertas al infierno", refiriéndose a las devastadoras consecuencias que el cambio climático ha traído, como incendios masivos en América del Norte y tormentas devastadoras en el Mediterráneo. Investigación científica reciente ha vinculado estos desastres con el calentamiento global, evidenciando una clara tendencia hacia una mayor severidad de estos fenómenos.

El huracán Helene, que tocó tierra en Florida el 26 de septiembre, alcanzó la categoría 4 y dejó un rastro de destrucción que se cobró 227 vidas, convirtiéndose en el segundo huracán más mortal en Estados Unidos desde Katrina en 2005. Solo dos semanas después, el huracán Milton hizo su aparición y alcanzó la categoría máxima de 5, convirtiéndose en uno de los más poderosos registrados en el Atlántico, causando cuantiosos daños y la pérdida de vidas.

Un informe reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) señala que el cambio climático, inducido por la actividad humana, ya está impactando a fenómenos climáticos extremos en todas las regiones del planeta. La relación directa entre el calentamiento global y el aumento de eventos severos como olas de calor, lluvias intensas, sequías y ciclones tropicales se ha vuelto cada vez más evidente.

Además, el grupo World Weather Attribution (WWA) se dedica a analizar la probabilidad de que ciertos fenómenos se hubieran dado en un clima preindustrial. Sus recientes estudios concluyeron que el cambio climático ha intensificado las lluvias de huracanes como Milton en un 20-30%, y los vientos han sido un 10% más rápidos debido a este calentamiento. De hecho, las tormentas modernas son ahora el doble de probables sin la influencia del calentamiento global.

Este incremento en la actividad meteorológica extrema no solo se limita a los huracanes. En Europa Central, un fenómeno conocido como borrasca Boris dejó lluvias récord entre el 12 y el 15 de septiembre, causando la muerte de 24 personas y dejando daños equivalentes a miles de euros. La Comisión Europea ha prometido 10.000 millones de euros en ayudas para mitigar los efectos de esta calamidad.

Guterres ha reiterado su llamado a la acción, señalando que las emisiones de gases de efecto invernadero se encuentran en niveles récord, lo que significa que estamos más expuestos a desastres climáticos sin precedentes. La advertencia es clara: "Las emisiones récord resultan en temperaturas récord que alimentan huracanes monstruosos; el calor extremo convierte los bosques en polvorines; y las lluvias torrenciales causan inundaciones bíblicas".

Este es un momento crucial para la humanidad. ¿Seremos capaces de frenar el calentamiento global antes de que sea demasiado tarde? Los gobiernos deben actuar ahora y desvincular su economía de los combustibles fósiles si queremos evitar un futuro apocalíptico.