El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha dado luz verde al texto del acuerdo para una tregua en Gaza y lo presentará a su gabinete este viernes. Este movimiento se produce en un contexto tenso, lleno de incertidumbres y fuertes divisiones dentro de su gobierno.

Esta mañana, se ha convocado al Gabinete de Seguridad, compuesto por los más cercanos colaboradores de Netanyahu, como el primer paso hacia la aprobación formal. Posteriormente, se espera que el resto del Ejecutivo se reúna, probablemente el sábado por la noche, tras el sabbat.

Las votaciones estaban inicialmente programadas para el jueves, pero las diferencias entre los ministros pospusieron las reuniones. El controversial ministro ultranacionalista Itamar Ben Gvir ha amenazado con abandonar la coalición si se apoya el acuerdo, argumentando que esto permitiría a Hamás rearmarse y seguir atacando a las comunidades israelíes en la frontera. En el mismo sentido, Bezalel Smotrich, el ministro ultraconservador de Finanzas, ha advertido que dejará el gobierno si se enfoca en la paz en lugar de reanudar la guerra tras las primeras seis semanas de alto el fuego.

La posibilidad de un colapso en el gobierno de Netanyahu podría llevar a este a una situación de minoría en el Parlamento, incrementando el riesgo de nuevas elecciones anticipadas en un clima político ya polarizado.

Las complejidades del acuerdo

El anuncio llega tras la noticia de que la delegación israelí en Doha, donde están teniendo lugar las negociaciones, ha finalizado el acuerdo con Hamás, según informaron medios como The Times of Israel, Haaretz y Al Jazeera. Sin embargo, las negociaciones se han visto afectadas por desacuerdos persistentes.

El Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, comentó el jueves que aún quedaba un "cabo suelto" en las conversaciones, aunque no ofreció detalles. Fuentes estadounidenses anónimas indicaron que el punto de disputa se centra en la identidad de algunos prisioneros que Hamás desea liberar.

Por su parte, ambas partes se acusan mutuamente de paralizar el progreso de las negociaciones. Hamás acusa a Israel de no proporcionar los mapas y pautas necesarias para la retirada, mientras que desde la oficina de Netanyahu se sostiene que el grupo palestino ha "renegado" partes del acuerdo tratando de obtener "concesiones" de última hora.

Los analistas temen que, independientemente del resultado del acuerdo, las secuelas del conflicto y las complejidades políticas en la región podrían dar lugar a una escalada de tensiones. Mientras tanto, la población civil sigue sufriendo las consecuencias, con un llamado a la paz y la estabilidad que resuena entre las comunidades de ambos lados del conflicto.