En el pequeño pueblo de Morell, con apenas 4.000 habitantes, se han encendido las alarmas tras la detección del 1,3-Butadiène, un compuesto orgánico volátil tóxico que ha demostrado ser potencialmente cancerígeno.

Según un informe de RAC1, la presencia de este compuesto ha casi duplicado su concentración en sólo un año, superando el límite máximo recomendado. La crítica situación se agrava debido a la proximidad del municipio a la petroquímica de Tarragona, lo que plantea serias preocupaciones sobre la salud de sus residentes.

A pesar de que la industria química ha consensuado un valor máximo recomendable, este compuesto aún no cuenta con una regulación legal. Los datos del Observatorio de la Calidad del Aire han confirmado que los niveles de 1,3-Butadiène en Morell están preocupantemente altos. El pueblo vecino de Constantí también se encuentra cerca de alcanzar este límite, lo que amplía la preocupación entre los habitantes.

Frente a esta situación alarmante, el observatorio ha comenzado a implementar medidas para reducir el impacto ambiental y ha identificado las actividades industriales responsables del aumento de este compuesto. Aunque se han reportado esfuerzos para mejorar la calidad del aire, los últimos estudios indican que la calidad ha registrado una mejora en áreas con presencia de industria química durante el 2024.

No obstante, es fundamental que se tomen acciones contundentes y se exijan regulaciones más estrictas para proteger la salud pública en la región. Los residentes de Morell y Constantí exigen respuestas ante una crisis que afecta su bienestar y futuro.